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Covid, sin tapujos

Somos campeones en modalidad de cuarentenas: generales, parciales, sectoriales, tipo acordeón o inteligentes

27 de agosto de 2020 Por: María Elvira Bonilla

El saldo final de cinco meses de la estrategia de la cuarentena en Colombia es muy malo: más de medio millón de contagios (560 mil).
Ocupamos el sexto lugar por el número de infectados entre 140 países.

No nos engañemos, el laboratorio Johnson & Johnson nos escogió para pruebas de la vacuna precisamente porque tenemos récord de infectados. Confieso que mi frustración es grande pues cuando empezó la inimaginable experiencia de vivir una pandemia y la cuarentena, creí que saldríamos mejor librados. ¡Mucha alarma, mucho aspaviento, mucho modelo epidemiológico, mucho política de miedo y de látigo, para lograr unos resultados mediocres en lo sanitario y el país económicamente reventado!

Lo único que se les ha ocurrido al Gobierno Nacional y a la Alcaldesa de Bogotá fueron las cuarentenas sucesivas, iniciadas prematuramente en cumplimiento de modelos epidemiológicos que no acertaron.
Equivocado arranque radical cuando el coronavirus apenas empezaba a recorrer las calles de algunas ciudades de Colombia y ni siquiera se asomaba en lugares apartados del país, donde nunca, incluso seis meses después, ha habido un solo contagio.

La fracasada fórmula colombiana ha sido de una simplicidad abrumadora: cuarentenas y UCI, olvidando que de lo que se trata es de evitar llegar allí, donde salvo excepciones equivale a entrar en un desolador corredor hacia la muerte.

Somos campeones en modalidad de cuarentenas: generales, parciales, sectoriales, tipo acordeón o inteligentes, o la más reciente en Bogotá, que se estrenó este jueves turnada por actividad laboral, con un solo propósito: que solo circule simultáneamente por la ciudad, la mitad de la población, cuatro millones de personas. Se trata de dejar a media luz, a media máquina a la ciudad hasta diciembre, con lo cual, siendo optimistas ocurrirá igual con la dinámica económica y social.

La creatividad, el mando y la energía de la Alcaldesa debía centrarse no en blandir el látigo punitivo de las prohibiciones sino en concebir y adelantar alternativas que nos permitan regresar a una vida normal que obedezca a principios y prácticas de disciplina social, comprensión, responsabilidad y solidaridad. Alimentada por una pedagogía que se sustente en el autocontrol, con interdependencia del interés individual y el colectivo, fundamento de la convivencia que tanta falta le hace a nuestra vida en sociedad.

Los gobernantes están en mora de reconocer el error de decretar “el aislamiento preventivo obligatorio” prematuramente cuando la mayoría de casos eran importados o relacionados. Esta drástica medida se aplicó en el mundo en el ascenso hacia el pico, que en el caso colombiano tardó dos meses, empezando junio. Los más 560 mil contagios y más de 18 mil muertes pesan y aunque la gente sabe anestesiarse y hacer de tripas corazón y pensar que habría podido ser peor, para encontrar consuelo y justificación, lo cierto es que la estrategia resultó fallida.

Con septiembre arrancará la nueva normalidad, entonces podrá conocerse el saldo pedagógico que nos dejaran estos largos meses de restricciones y zozobra. Será el momento para poner a prueba la capacidad de los ciudadanos para asumir una cotidianidad que incorpore el autocontrol y el cuidado personal, con la conciencia clara de que el covid sigue suelto y amenazante.


Sigue en Twitter @elvira_bonilla