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Cali 71: memoria incompleta

Confieso que salí con rabia de la exposición Cali 71, ciudad de América en el Museo La Tertulia. Por imprecisa, por incompleta; por facilista.

23 de marzo de 2017 Por: María Elvira Bonilla

Confieso que salí con rabia de la exposición Cali 71, ciudad de América en el Museo La Tertulia. Por imprecisa, por incompleta; por facilista. El nombre resultaba prometedor y la verdad llegué preparada para sorprenderme con los recuerdos y la dignificación de tres décadas de esplendor cultural unida a ese punto de quiebre urbano y de mentalidad ganadora que significaron los Juegos Panamericanos de 1971. Momentos que reposan en el imaginario caleño, que están unidos a aquellos festivales de arte liderados por Fanny Mickey desde el naciente TEC, las Bienales americanas de artes gráficas que colocaron a La Tertulia en la lupa de América y que alimentó el movimiento plástico de los años 70, con su contra cultura en paralelo en Ciudad solar, aquella casona vecina del barrio donde se formó el grupo que terminó identificado como Caliwood. Un momento de referencia que pesa mucho si se piensa en el decaimiento posterior tocado por el veneno mortal del narcotráfico.

De allí, la importancia de esta fallida exposición. Era la oportunidad de saldar cuentas con el pasado y convertirse en un referente para las nuevas generaciones y un reencuentro con la historia para quienes pudieron vivir de cerca estos momentos estelares de la ciudad que debe volver a trasegar. Una oportunidad, además, para convocar a muchos que hubieran querido, en un ejercicio de memoria colectiva, participar en la construcción de esta experiencia o aportar objetos guardados en sus casas.

Pero no, el curador del Museo La Tertulia Alejandro Martín de la mano de la museóloga Liliana Andrade, recurrieron a unos recursos visuales limitados y pobres para recrear la investigación del libro Cali, ciudad abierta: arte y cinefilia en los años 70 de Katia González que ha debido ser solo un punto de partida y no el fundamento de una exposición que ha debido pensarse en grande.

Cómo se extraña en ese espacio la presencia con su voz y testimonio de testigos vivos como Manolo Lago, María Teresa Negreiros, Consuelo Lago, Pedro Alcántara Herrán en lo cultural o Aura Lucía Mera, Joaquín Losada, Nicolás Ramos y la Unidad de Acción Vallecaucana como motor de los inolvidables Juegos Panamericanos cuya dimensión quedó reducida a su mínima expresión a través del recurso elemental de unas primeras páginas de periódicos enmarcadas, o recortes de prensa -ni siquiera fotografías originales- en vitrinas y unos pocos afiches y recursos gráficos haciendo caso omiso de la enorme memorabilia que existe alrededor de un evento que hizo afirmar: “Cali ya no será nunca como antes”. Son muchos los caleños que de haber sido convocados habrían aportado información y objetos.

La museografía moderna es una construcción que le da sentido a los conceptos planteados por los curadores, que cuando resuelven salir de sus encierros físicos y académicos logran conectarse en la búsqueda obsesiva del objeto preciso, la imagen única, necesaria para ilustrar con estética un relato que conmueva; capaz de volver cada pieza relevante por la fuerza de la comunicación y de la evocación para conectar a los espectadores alrededor de momentos tan especiales como la Cali de los 60 y 70. Y volverlo memorable. Para salvarlo del olvido.

Sigue en Twitter @elvira_bonilla