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¡Ay Cartagena!

Antes de irse, Santos atornilló en la Alcaldía de Cartagena a la clase política, la misma que ha ahogado la ciudad y la ha convertido en una olla social con fachada de gran ciudad.

14 de junio de 2018 Por: María Elvira Bonilla

Antes de irse, Santos atornilló en la Alcaldía de Cartagena a la clase política, la misma que ha ahogado la ciudad y la ha convertido en una olla social con fachada de gran ciudad. Encargó a Yolanda ‘La China’ Wong, que viene de las entrañas de la politiquería que ha arrasado con Cartagena. Formó parte del gobierno del destituido por corrupción Manolo Duque al que llegó de la mano de José Julián Vásquez, hermano del alcalde también preso por corrupción; cuenta con el respaldo del condenado Juancho García Romero y de su esposa la exsenadora Piedad Zucardi en juicio por parapolítica -aliados incondicionales del Presidente-, además de un expediente de amigos non sanctos y apoyos como el de Sergio Londoño Zureck, el enviado de Santos que pasó sin pena ni gloria por la Alcaldía dejando intactos todos los chicharrones, incluida la demolición de la torre Acuarela.

Con el encargo de Wong se completa la cifra récord de diez alcaldes (entre elegidos y nombrados) en siete años -en una ciudad que funge como puerta de oro de Colombia. Un número que puede pasar rápidamente ya que el tiempo de vida de ‘La China’ puede resultar breve con el cambio de gobierno y la presión del Partido Conservador que avaló al suspendido Quinto Guerra, para presentar una terna de la que se escoja el alcalde que concluya el período hasta el 2019.

La realidad de Cartagena, por fuera de la ciudad amurallada y de los congestionados barrios de Boca Grande, Castillo Grande y Manga, es deplorable tal como lo muestra el estudio independiente de Cartagena cómo vamos. Según éste el 79% de sus habitantes cree que la ciudad va por mal camino y el 80% no cree en el Concejo con sus cabildantes tras las rejas -solo 8 de los 19 sesionan- por haber elegido irregularmente a la Contralora. El 70% de los cartageneros consideran que el presupuesto se malgasta y que la corrupción galopa hasta el punto de estar entre las 10 ciudades más pobres de Colombia: al 27% de los habitantes no les alcanzan los ingresos para satisfacer las necesidades básicas y el 6% de los adolescentes menores de 17 años no acceden al colegio.

La violencia urbana no ha sido posible de detener con aumento de homicidios por encima de la media nacional. El tema de la movilidad después de retrasos y sobrecostos de Transcaribe sigue sin resolverse, así como el del aseo cuya concesión, igual que la del alumbrado público que suma $ 1 billón, forman parte del ponqué para ser repartido por ‘La China’ Wong. Todo aparece como una fatalidad en esta ciudad que los colombianos tenemos en el corazón que está aún en riesgo de perder su estatus de patrimonio cultural de la humanidad por la misma desidia combinada con codicia que hace que los cartageneros sigan eligiendo mal.

Un buen ejemplo para lo que nos espera este domingo en unas elecciones cruciales. Difícil un departamento con los votos más repartidos que los del Valle del Cauca en la primera vuelta: 29,9% Duque; 28,6% Fajardo y 27,8% Petro, con diferencias de 20.000 votos. La gran incógnita es cuál será el destino de los votos de Fajardo que pesarán en el voto-finish de los próximos comicios, los primeros sin la sombra de unas Farc armadas en 50 años.

Sigue en Twitter @elvira_bonilla