El pais
SUSCRÍBETE

Inicio

Artículo

Alcalde Ospina, mis respetos

San San Fernando, el pegajoso ritmo del porro de Lucho Bermúdez, que puso a bailar al menos dos generaciones en kioskos, clubes, discotecas y playas a lo largo del país, volvió emblemático el Club San Fernando de Cali.

5 de marzo de 2020 Por: María Elvira Bonilla

San San Fernando, el pegajoso ritmo del porro de Lucho Bermúdez, que puso a bailar al menos dos generaciones en kioskos, clubes, discotecas y playas a lo largo del país, volvió emblemático el Club San Fernando de Cali que el alcalde Jorge Iván Ospina acaba de salvar, al menos su terreno, para la ciudad. Lástima que el edificio, un ícono arquitectónico de los años 40 hubiera terminado en las garras de la codicia de los narcos y en particular de ‘Chupeta’ quien confesó su deseo de adquirirlo como un sueño pendiente. Otra huella maldita de los narcos en Cali y en Colombia.

La venta del Club San Fernando por sus socios -quienes deberían darse golpes de pecho- fue uno de esos negocios en los que todos perdieron. Los socios sucumbieron al espejismo de los más de $18 mil millones que en el 2006 les ofreció Bernardo Pinzón, el testaferro de ‘Chupeta’, por los 22 mil metros cuadrados y la sede, que a los seis meses terminó demolida; al año Pinzón ya era hombre muerto en España en una vendetta de narcos. Los directivos del club terminaron enfrentados entre ellos porque Chupeta les metió un par de cheques chimbos y recibieron menos dinero de lo pactado; típico precio que se paga por negociar con delincuentes. Al año siguiente, en el gobierno de Álvaro Uribe se ordenó la extinción de dominio y el predio pasó a manos a la Sociedad de Activos Especiales (SAE).

Lo cierto es que el alcalde Jorge Iván Ospina actuó con rapidez y oportunidad en defensa de los intereses de la ciudad. Muy recién posesionado encontró la ruta para atravesársele a la SAE en su intención de rematar el magnífico lote para construir un centro comercial. Maurice Armitage tuvo la idea pero no la voluntad política y tenacidad de Ospina, consciente del peso del Club San Fernando en el imaginario no solo de los caleños pero también de su valor urbano. Consiguió que el Consejo municipal lo declarara un bien de utilidad pública, igual que un gran área frente a Cosmocentro y una zona verde aledaña al río Pance. Con ello logró que estos salieran del circuito comercial y poder acceder a éstos para la ciudad, pagaderos posiblemente con un canje de una deuda tributaria de la SAE con la administración municipal.

La inversión de unos $160 mil millones será para un gran proyecto de economía naranja alrededor de la ciencia y la tecnología que incluiría un planetario, una maloka, un museo interactivo. En Pance se construiría un nuevo ecoparque que conectaría con el Parque de la Salud y áreas que son de propiedad de Emcali. En el espacio frente a Cosmocentro se construirá otro parque arborizado con un mariposario.

Con movidas ambiciosas y de largo aliento como éstas, el alcalde Ospina confirma el sentido de la gestión pública orientada al bien común, pero además se diferencia, como también lo hizo con las megaobras que marcaron su impronta, de la tradición de varios alcaldes de Cali orientados más a las micro obras barriales, con Germán Villegas (qepd) como exponente mayor quien hizo de un simbólico palustre de maestro de obra su imagen de campaña.

Las intervenciones urbanísticas sustantivas cambian la vida de la gente y logran transformaciones que despegan las ciudades como las logradas por la secuencia de alcaldes paisas, empezando por Sergio Fajardo que cambiaron radicalmente a Medellín convirtiéndola en una gran ciudad.

Sigue en Twitter @elvira_bonilla