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A sus espaldas

La frase de batalla de Álvaro Uribe, no sólo para llegar a...

6 de mayo de 2011 Por: María Elvira Bonilla

La frase de batalla de Álvaro Uribe, no sólo para llegar a la Presidencia, sino para gobernar durante sus ocho años fue la lucha contra la politiquería y la corrupción. Ahora, en perspectiva, sus afirmaciones grandilocuentes no sólo parecen un chiste, sino que tanto cinismo produce rabia. Mientras el ex presidente Uribe manejaba su imagen y los altos niveles de aceptación en las encuestas, se cocinaba un caldo espeso de corrupción que abarca los temas sensibles del Estado e involucra a funcionarios de altísimo nivel y de toda su confianza que lo acompañaron durante los ocho años de gobierno. Escándalos que rondan a media docena de ministros quienes se pasan las horas evitando terminar en la cárcel de La Picota.Son varios los escándalos que se han destapado, además de los que ya venían andando, como el de la ‘yidispolítica’, con la que se buscó conseguir irregularmente los votos que permitieron el trámite de la primera reelección presidencial, que condujo a la destitución del embajador en Roma, Sabas Pretelt de la Vega, la inhabilidad de 18 años de Bernardo Moreno, el secretario general de la Presidencia, y los apuros judiciales en los que está el ex ministro de la Protección Diego Palacios. El mismo ministro, jefe de los funcionarios presuntos cómplices o actores del más grande desfalco al sistema de salud por los repagos del Fosyga. No haber firmado los documentos no es suficiente argumento para lavarse las manos. Están también las falsas desmovilizaciones de narcos, los subsidios millonarios a familias pudientes de Agro Ingreso Seguro, amén de los créditos sin garantías reales que aprobó el Banco Agrario a través de la línea exportadora por $200 millones de dólares que favoreció a floricultores, bananeros y camaroneros y que muchos han faltado con sus obligaciones. La entrega de amplias extensiones de baldíos a testaferros de narcotraficantes y paramilitares.Las anomalías en la administración de la Dirección de Estupefacientes en la entrega de bienes incautados a la mafia que mostró el favorecimiento de parientes de congresistas que formaban parte de la coalición de gobierno. El manejo de Fondelibertad, creado para la lucha contra el secuestro. Las falsas desmovilizaciones de paramilitares y guerrilleros que tienen en la mira de la Procuraduría y la Fiscalía al ex comisionado de Paz Luis Carlos Restrepo. Los vínculos de funcionarios del alto gobierno con contratistas enredados con el Carrusel de la contratación. Y para rematar, empiezan a destaparse irregularidades en la contratación en las Fuerzas Militares. Ayer el ex presidente Uribe salió sofocado a la radio, atiborrado de palabras y explicaciones insuficientes para intentar justificar lo injustificable de un gobierno que con el paso de los días va dejando cada vez un mal sabor en materia de corrupción y politiquería. La conclusión después de su verborraica entrevista es la usual de todo gobernante: todo sucedió a sus espaldas. A pesar de haber sido uno de los presidentes más controladores y el más asiduo defensor de la micro gerencia. No se entiende cómo a alguien tan obsesionado y pegado del detalle como el ex presidente Uribe, se le pudieron escapar tantas irregularidades y en tantos frentes.