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Verdades a medias…

Cuando se vive metido en las noticias y se le sigue el...

6 de noviembre de 2013 Por: María Alejandra Villamizar

Cuando se vive metido en las noticias y se le sigue el pulso a la realidad nacional, se evidencia que hay un largo listado de verdades a medias que dejan el corazón en la mano. Es un país que tiene tantas historias irresueltas que da la sensación de que pendemos de un hilo día a día. Pese a la formalidad de las instituciones, a las que se les atribuye que el sistema no se haya sacudido trágicamente, como en algunos países de la región con cambios abruptos de gobiernos, golpes de Estado o revoluciones socialistas, es verdad que Colombia está lejos de ser un país que tenga claridad en su futuro.Esta semana se reabrió, como cada año, desde hace 26, las verdad completa de la toma y retoma del Palacio de Justicia. Testimonios encontrados sobre los desaparecidos, un Estado que intenta defenderse aceptando unas responsabilidades penales a las que aún les falta ponerles nombres y apellidos y, las políticas de las que ya no hay que esperar mucho. El tema del M-19 vuelve sobre la mesa, mientras algunos de los de los desmovilizados ya son parte activa de la democracia, pero sobre los que la reiterada duda sobre los hechos impide que tengan la dispensa de los ciudadanos que los vuelven a ver con cara de culpables, hasta que no se diga la última palabra.Tampoco se puede cerrar el capítulo del asesinato de Luis Carlos Galán. Las piezas de Alberto Santofimio y del general Maza Márquez se juntan y se separan en procesos que se confunden tanto que la justicia da vueltas sin llegar al punto final. Lo mismo pasa con la verdad también a medias sobre el exterminio de la UP. Se le devuelve la personería jurídica a un movimiento político que desaparecieron a punta de bala, y del que se sabe que lleva una batalla en los estrados internacionales que no ha ganado, pero tampoco perdido. Hasta sobre el proceso 8 mil, en donde hubo responsabilidades penales comprobadas, hay interrogantes irresueltos, ligados a heridas que aún mortifican al expresidente Andrés Pastrana que en un nuevo libro pone en evidencia que faltan piezas por encajar y que ya no parece haber interés en que logren su engranaje. Aparece también el crimen de Álvaro Gómez Hurtado. Cada aniversario se le recuerda como el pensador que hablaba de una crisis en el régimen y que fue asesinado por fuerzas tan oscuras que la Justicia no ha podido aclarar. Casos para los que la Justicia, en medio de su crisis, no ha encontrado respuestas y que dejan abierta la desconfianza sobre esos poderes ocultos que el país se acostumbró a dejar en el cajón, antes que suponer de donde vinieron y qué pretendían con el magnicidio.Este año atentaron contra el periodista Ricardo Calderón. Nueve tiros a su carro que por suerte no lo alcanzaron y sobre el que pese a las evidencias de los posibles autores, no se ha capturado a ningún responsable. Un atentado no menor contra la libertad de prensa y el derecho a la información, derechos fundamentales que alguien quiso vulnerar pero que sigue campante, tratando de encubrirse. Esto sin poder mencionar los miles de delitos sin juzgar ni condenar de los que son víctimas los ciudadanos, que no cuentan con una bombilla, tenue al menos, que los ponga en los radares de los medios y que han perdido la esperanza de que sean resueltos. La justicia es un lujo para muchos, siendo un derecho de todos.El estado irresuelto de hitos históricos en el país termina escudado en la congestión en la Justicia, que sigue gastando esfuerzos y recursos por establecer verdades que pocos quieren conocer y que se van perdiendo entre el día a día de quienes quieren saber en qué país viven y para dónde va. Sería más útil que en vez de conmemorar aniversarios, se generen sentencias definitivas y podamos pasar estas páginas de una buena vez.