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¡No más Escobar!

Cuánto esfuerzo le hemos dedicado los colombianos a deshacernos de la figura...

4 de diciembre de 2013 Por: María Alejandra Villamizar

Cuánto esfuerzo le hemos dedicado los colombianos a deshacernos de la figura de Pablo Escobar, para venir a darnos cuenta 20 o 25 años después de su existencia y de su muerte, que nada ha sido suficiente.Campañas enteras de Proexport, de las alcaldías de Medellín, de la Cancillería y el sufrimiento de cada uno de los ciudadanos que sudamos frío en las ventanillas de migración de cualquier país del mundo y que peleamos para que el nombre de Colombia no sea sinónimo de cocaína, todo se ha ido a la basura.Miles de millones de pesos invertidos en campañas del orgullo colombiano, y de exaltación de los logros de Shakira, Juanes o de cualquier gloria deportiva que vaya dando la tierra en procura de que el nombre del capo no sea el referente internacional de la nacionalidad que llevamos a cuestas. Catarsis colectivas de periodistas que pese al paso de los años aún lo tienen en la memoria, y cientos de horas de terapia de sus víctimas para dejar atrás su fantasma; miles de páginas escritas sobre él para tratar de descifrar su mente y ni qué decir de la Justicia que le ha dedicado a él, a sus delitos y a su cartel infinitos recursos para esquivar la planadora de la impunidad. Colombia es más que Escobar, lo vemos todos los días en la vida cotidiana de la gente que trabaja para salir adelante y hacer lo mismo con sus hijos y sus nietos y vivir y ser feliz, olvidando la devastación a la que nos sometió ese genio maldito de la codicia y la ambición. Y resulta que hoy, cuando el país debería estar arremangado para dar los empujones, complicadísimos todos, que tenemos por delante para salir de los atascos, el personaje vuelve a aparecer como si hubiera contratado desde la ultratumba una agencia de relaciones públicas que se ocupe de mantener vivo su nombre manchado de sangre y corrupción.Y entonces hay que aterrizar. Esta sociedad está enferma aún por su herencia, y manchada aún sin que ningún disolvente pueda sacar las culpas que regó a su paso el funesto sujeto convertido en personaje de ficción para revivir sus faenas y generar un lucro inmenso como los cargamentos que ‘coronaba’ y que lo hicieron inmensamente rico, tanto que el poder le quedaba pequeño, solo quería la inmortalidad y a juicio por la invocación de su nombre 20 años después de su muerte, lo logró. Y las razones por las que “Pablo Vive” como dicen aun nostálgicos grafitis que se leen en una que otra calle, son evidentes. La sociedad, la política, el poder, la prensa, las víctimas, los ciudadanos que fueron tan impactados con su estela de corrupción no han recibido la dosis suficiente de verdad para pasar la página y darle al asesino el lugar que se merece en la historia del Siglo XX y así mirar hacia el nuevo milenio sin el peso de su ‘legado’. Habría que hablar por enésima vez del general Maza, de lo que dice Pastrana de lo que hablo con “Pablo” en su secuestro, de los trapos al sol sobre La Catedral que le sacan a Gaviria, de la muerte de Galán, pero entonces caigo en la trampa. Que Hollywood haga su película que es el último homenaje que le hacen a todos los capos. Que su familia siga cobrando las regalías de su nombre, pero que a los ciudadanos no nos sigan bombardeando con más detalles de sus hazañas; que lo registren los libros de historia, y que lo dejen en paz, (que no lo estará) pero que en esta tierra en la que ya hizo suficiente, no lo revivan cada aniversario, porque así sigue haciendo daño. No más Escobar. PD: Valida también para los Rodríguez Orejuela y su cartel.