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Ucrania y la levedad del sistema

La carnicería que lleva a cabo Rusia en Ucrania exhibe una abominable y delirante barra que vitorea desde la galería, que pareciera alegrarse con cada bomba

1 de marzo de 2022 Por: Marcos Peckel

Desde hace ya años el sistema internacional, encargado de preservar la paz y seguridad mundial y evitar el genocidio y los crímenes de guerra venía trastabillado, a la vez que su palmarés rebosa de sonoros fracasos.
Ruanda, Camboya, los Balcanes y Siria vienen a la mente como situaciones en los que genocidios se cometieron a la luz del día sin que la comunidad internacional, lo que sea que esto signifique, hiciera nada.

Sin embargo, lo que ocurre ahora es diferente, muy diferente, pues se trata de Europa, continente donde estallaron las guerras mundiales y de un significativo peso geopolítico, científico, económico, militar y cultural.
Somos testigos del entierro de tercera del sistema internacional, el trágico final del paradigma de seguridad en Europa tras la agresión injustificada de una potencia autocrática, miembro permanente del Consejo de Seguridad a una democracia pequeña para someterla a sus designios. Y como si fuera poco, la amenaza real lanzada por Putin de un posible uso de armas atómicas.

La agresión rusa constituye una crasa violación al derecho internacional en todos su incisos. Y ante la resistencia militar que han opuesto los ucranianos, una Rusia frustrada incrementa sus ataques indiscriminados contra civiles y contra las ciudades, copiando la ya utilizada estrategia de tierra arrasada usada por Putin, con tanto éxito e impunidad, en Chechenia y en Siria. El aún no confirmado, pero no descartable, uso de bombas termobáricas por las fuerzas de ocupación constituiría un crimen de guerra.

Al momento de escribir esta columna Kharkiv, la segunda ciudad de Ucrania era víctima de bombardeos indiscriminados contra su infraestructura y sus habitantes mientras que la capital, Kiev, resistía y enfrentaba la llegada de una columna de 60 kilómetros de acorazados rusos que podrían sitiar la ciudad a la usanza medieval hasta que sus residentes mueran de inanición.

Más de 500 mil refugiados han abandonado Ucrania y el número crece exponencialmente cada día, convirtiéndose en un problema, no para Rusia causante del mismo, sino para los países europeos vecinos de Ucrania, al igual que los refugiados que han abandonado la Venezuela chavista se tornaron en un enorme desafío para sus vecinos latinoamericanos.

La carnicería que lleva a cabo Rusia en Ucrania exhibe una abominable y delirante barra que vitorea desde la galería, que pareciera alegrarse con cada bomba, cada muerto, cada víctima, cada edificación pulverizada.
Seres que han perdido la decencia, la humanidad, como Maduro, Ortega, Díaz Canel, Khamenei, Lukashenko y una lista de ‘progres’, miembros del grupo de Puebla o del Foro de Sao Paulo, a quienes ni un poquito de pena les da viendo lo que ocurre en Ucrania.

De resaltar la incomodidad de China frente a la agresión rusa, quizás no por razones humanitarias sino intereses puros y duros. Nada más importante para Beijing que la estabilidad económica global, fuertemente afectada por acciones como la de Putin en Ucrania.

En estos momentos el mundo pende de un hilo, está en manos de Vladimir Putin. Solo él sabe su próximo movimiento, hasta dónde piensa llegar. Si solo Ucrania o después sigue, envalentonado contra las durísimas sanciones que ha impuesto Occidente. Remarcable el accionar de la Fifa, organismo que evita al máximo involucrarse en política, que suspendió a Rusia del Mundial de Qatar, lo que allanó el camino a acciones similares de organismos deportivos, culturales y académicos.

En estos momentos reina solitaria la incertidumbre. También para Putin y su propio futuro.
Sigue en Twitter @marcospeckel