El pais
SUSCRÍBETE

Inicio

Artículo

Piratería en los cielos

Lukashenko hace unos años buscaba distanciarse del Kremlin y acercarse a Europa, sin embargo, su deseo de mantenerse en el poder a toda costa lo mueve en dirección a una Rusia que no tiene alternativa sino apoyarlo.

25 de mayo de 2021 Por: Marcos Peckel

En un acto sin precedentes, un avión comercial de la aerolínea de bajo costo Ryanair que hacia la ruta Atenas-Vilna fue interceptado a mitad del trayecto cuando sobrevolaba sobre territorio de Bielorrusia y forzado a aterrizar en la capital Minsk. De su interior fueron sacados a la fuerza el joven periodista opositor Roman Protasevich y su novia y llevados a lugar desconocido.

Con este acto de piratería aérea, el “último dictador” de Europa, Alexander Lukashenko, quien gobierna Bielorrusia desde la implosión de la Unión Soviética en 1991, sube un peldaño en la persecución sin cuartel a la oposición de su régimen. En agosto de 2020 hubo elecciones presidenciales en el país, cuyo resultado oficial altamente favorable al actual presidente, fueron denunciadas como fraudulentas y la candidata opositora Svetlana Tikhanovskaya quien según los sondeos ganó las elecciones partió al exilio en Lituania.

Tras el fraude masivas protestas estallaron a lo largo y ancho del país contra Lukashenko, las cuales fueron reprimidas a sangre y fuego. Unas 35 mil personas fueron arrestadas, centenares de disidentes, periodistas, blogueros y youtubers permanecen encarcelados, decenas desaparecidos y medios y portales independientes clausurados.

Protasevich de 26 años se había convertido en una “piedra en el zapato” para el régimen bielorruso. Hacia parte de la red Nexta que haciendo uso de plataformas digitales informaba sobre arrestos de opositores y represión de protestas. Su arresto y muy segura condena por cualquier cosa que le imputen le augura una larga pena de cárcel.

La persecución a opositores allende las fronteras es un viejo arte en el que han incurrido numerosos países especialmente durante la guerra fría. La Unión Soviética y Bulgaria asesinaban disidentes con paraguas envenados; Rusia ha hecho lo propio con material radiactivo; Corea del Norte mató a un primo de Kim Jong Um en Malasia e Irán ha secuestrado numerosos opositores exiliados. Israel capturó a Adolf Ecihman en Buenos Aires en 1961 y lo llevó a Juicio a Jerusalem e hizo lo propio con Mordejai Vanuno, acusado de filtrar secretos nucleares. Vanuno quien se encontraba en Inglaterra, cayó en la llamada “trampa de miel”, una agente del Mosad que lo sedujo antes de su “traslado” a Israel, mecanismo usado por varias agencias de seguridad para capturar opositores y disidentes.

Lukashenko hace unos años buscaba distanciarse del Kremlin y acercarse a Europa, sin embargo, su deseo de mantenerse en el poder a toda costa lo mueve en dirección a una Rusia que no tiene alternativa sino apoyarlo. Putin y Lukashneko no han mantenido una relación armónica, sin embargo, en este incidente en el que Moscú atacó la “desproporcionada” reacción de occidente tras el secuestro aéreo, el líder ruso se beneficia de la deuda que adquiere su par en Minsk. Queda la duda “en el aire” de si Putin autorizó o sabía de antemano la acción que iba a llevar a cabo Lukashenko.

Occidente anunció sanciones y prohibición de vuelos y sobrevuelos a un país que ya sufre sanciones desde las elecciones del año pasado.
Lukashenko, a quien las sanciones no le hacen mella, seguirá en el poder y en la alebrestada geopolítica actual caracterizada por un enfrentamiento entre las potencias ningún cambio se puede esperar. Los ciudadanos de Bielorrusia ávidos de democracia tendrán que esperar.
Sigue en Twitter @marcospeckel