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Omran

Con la mirada perdida, una expresión de tristeza y desconsuelo, embadurnado de...

24 de agosto de 2016 Por: Marcos Peckel

Con la mirada perdida, una expresión de tristeza y desconsuelo, embadurnado de barro de pies a cabeza, sangrando por la mejilla, descalzo, el pelo alborotado, así apareció la imagen de Omran Daqneesh en medios y redes sociales para recordarnos por un momento de la guerra en Siria, su barbarie sin límite, sus centenares de miles de muertos, millones de refugiados, ciudades convertidas en polvo, la muerte que llega del cielo, el apocalipsis creado por el hombre, el final de los días.Por encima de todo nos recordó Omran la impotencia de la comunidad internacional con sus fastuosas instituciones, enjutos diplomáticos, elocuentes discursos y frecuentes rasgaduras de vestiduras, para parar este genocidio que completa más de cinco años sin final a la vista.De vez en cuando aparecen imágenes; el cuerpo del niño Alan Kurdi arrastrado por las olas a una playa en Turquía, los cadáveres de un centenar de niños y mujeres asesinados por un caza en momentos que hacían cola frente a una panadería en la localidad de Houla, hospitales infantiles bombardeados sin misericordia, imágenes, tan sólo imágenes, frente a las cuales la humanidad pereciera estar anestesiada. ¿Cuántos Omranes y Kurdis no han tenido ni siquiera el beneficio de una imagen ‘viral’?Junto a los muertos que ya nadie cuenta, yacen los principios y valores sobre los cuales se pensó la humanidad transitaba tras haber supuestamente aprendido de episodios similares. De esta forma el señor Bashar al Assad con la complicidad de la República Islámica de Irán, la Rusia de Putin y la organización terrorista libanesa Hezbollah cuentan con carta blanca para continuar su gesta exterminadora hasta la victoria final.Algún día la guerra en Siria se acabará, como se acabó el genocidio en Ruanda tras 800 mil muertos o el de Camboya con dos millones de víctimas cuyas calaveras reposan en los museos de la memoria. Algún día quizás podrá la humanidad hacerse de una vez por todas a la idea que en el mundo que vivimos hay asuntos que valen mucho más que la vida de unos cuantos millones de seres humanos que no son más que desechables fichas del ajedrez del poder y la geopolítica, que vivimos en un mundo hipócrita en el que “Haz a tu prójimo lo que no quieres que te hagan a ti” es ley, en reversa a la enseñanza bíblica, que cada generación produce sus Bashar al Assad, Pol Pot, Karadzic, Al Bashir, Hitler, que no son más que la reencarnación de otros que a través de la historia bañaron en sangre a la humanidad a cambio de un poder efímero.No sabemos qué futuro le depara a Omran. Quizás morir en un bombardeo al hospital donde se recupera, o convertirse en un refugiado y tratar de llegar a una Europa que cierra sus puertas, o ahogarse en el intento en un Mediterráneo que ha devorado a miles, o sobrevivir hasta el final de la guerra para encontrarse sin familia, solo en este mundo, deambulando por las ruinas de Alepo, la gran Alepo fundada hace unos 4 mil años y cuya herencia histórica ha sido destrozada, o en el mejor de los casos colaborar con otros Omranes en la reconstrucción de una sociedad despedazada y descuartizada por un dictador que pareciera estarse saliendo con la suya, que entendió que la única forma de mantenerse en el poder era asesinando en masa, sin escrúpulos, que le midió el aceite a europeos y americanos y hoy simplemente les ‘saca la lengua’.Sigue en Twitter @marcospeckel