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Los Campos de la Muerte

Phnom Penh, Camboya. A 15 kilómetros de esta ciudad capital...

25 de marzo de 2015 Por: Marcos Peckel

Phnom Penh, Camboya. A 15 kilómetros de esta ciudad capital queda el infausto campo de exterminio, Choeung EK, uno de los muchos lugares donde los Khmer Rouge conducían a los prisioneros destinados a la muerte. Decenas de fosas comunes fueron descubiertas en este sobrecogedor campo donde más de 15 mil personas fueron exterminadas y donde un monumento erigido para conmemorar a las víctimas, consiste en ordenados anaqueles que contienen las calaveras y huesos que se convirtieron en el emblema del genocidio llevado a cabo por Pol Pot y sus secuaces entre los años 1975 y 1979.Cercano a Choeung EK quedaba S21, el notorio e infame centro de tortura de los Khmer Rouges, algo así como el Esma en Argentina, hoy convertido en Museo recordatorio de las atrocidades y torturas a las que fueron sometidos los prisioneros que aquí llegaban, especialmente intelectuales y aquellos considerados traidores al interior del Khmer Rouge. En este centro se arrancaban confesiones espurias a punta de inenarrables torturas.El 17 de abril de 1975 encabezados por Pol Pot, los combatientes del Khmer Rouge entran triunfantes a la capital tras años de guerra civil y ese mismo día comienza la evacuación forzada de millones de residentes de esta y otras ciudades para construir la sociedad agraria comunista, acabando con el bastión de capitalismo decadente representado en las urbes.Unos 2 millones de personas murieron en los ‘campos de la muerte’ de hambre, agotamiento, enfermedades o asesinados. Los líderes del Khmer Rouge, muchos educados en universidades parisinas, establecieron un régimen de terror y convirtieron al país en un gigantesco Gulag. Abolieron el dinero y la propiedad privada, cerraron escuelas y universidades, prohibieron la religión, acabaron con el transporte público y privado, prohibieron el entretenimiento, convirtieron pagodas y templos en bodegas de almacenamiento y prohibieron el uso de prendas de vestir ‘occidentales’ obligando a la gente a usar vestimenta de color negro. Restringieron las relaciones familiares y los niños eran indoctrinados desde temprana edad, incluso para actuar contra sus propios padres.Camboya sufrió por décadas los rigores del poder colonial francés, durante la guerra de Vietnam el país fue devastado por los bombardeos masivos ordenados por Nixon. El régimen de terror de los Khmer Rouge concluye en 1979 con la invasión vietnamita que inicia a su vez doce años de poca benevolente ocupación.Los crímenes cometidos por el Khmer Rouge junto con el genocidio de Ruanda y las masacres en Bosnia y Darfur se constituyen en monumentos a la infamia universal, a lo que podría agregarse en nuestros días lo que ocurre en Siria.Un puñado entre los responsables de los crímenes cometidos por los Khmer Rouges ha sido condenado por el Tribunal especial creado por el Consejo de Seguridad de la ONU. Pol Pot sin embargo, su máximo exponente murió de viejo en una choza en la montaña sin haber nunca enfrentado la Justicia.Actualmente en la capital engalanada aquí y allá con vestigios de la vieja arquitectura colonial francesa, motos, moto-taxis, carros y peatones se pelean el espacio en las polvorientas calles, donde los inexistentes andenes son extensión de los pequeños e informales comercios. En esta atribulada nación, que lentamente supera su pasado, subsiste aún el legado maldito del régimen de Pol Pot: un Estado desinstitucionalizado y corrompido, pobreza por doquier, familias destrozadas, miles de huérfanos, gente traumatizada y con problemas mentales, el país sembrado de minas que aún matan decenas cada año y millones de refugiados que abandonaron para siempre su Camboya natal.