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Juegos de guerra

No sabemos si Kim Jong-un le quiere medir el aceite a Trump, si se trata más bien de provocar una crisis real o si simplemente es consciente de que como hasta ahora siempre se ha salido con la suya, lo puede seguir haciendo.

7 de marzo de 2017 Por: Marcos Peckel

No sabemos si Kim Jong-un le quiere medir el aceite a Trump, si se trata más bien de provocar una crisis real o si simplemente es consciente de que como hasta ahora siempre se ha salido con la suya, lo puede seguir haciendo. Cuatro misiles balísticos lanzó desafiante el líder norcoreano hace un par de días al mar del Japón tres de los cuales cayeron en aguas de la zona económica exclusiva nipona.

Hasta ahora las reacciones a dichos lanzamientos por parte de varios países, incluyendo inusualmente a China y Rusia, se han limitado a condenas verbales, nada más y otra “reunión urgente” del Consejo de Seguridad. Pareciera que además de provocar a Corea del Sur y a Occidente, Kim estuviera haciendo lo propio con sus aliados cercanos a ver hasta dónde puede contar con ellos. Entre los recurrentes ensayos atómicos y el lanzamiento de misiles de diverso alcance, Jong-un está jugando con fuego. Queda por verse que tan alto llegará la llama o si como hasta ahora vuelve y se extingue.

Estados Unidos en una demostración de fuerza y una manera de tranquilizar a sus aliados en el Pacífico, desplegó en Corea del Sur la sofisticada batería antimisiles Thaad, con lo cual además de advertirle a Corea del Norte que hay un límite, logró provocar la ira de Beijing quien acusó a Washington de “desestabilizar la seguridad regional” e impuso sanciones comerciales a Corea del Sur por permitir usar su territorio para lo que China considera una agresión. La preocupación de China no son tanto los misiles interceptores como los poderosos radares presentes en el Thaad cuyas señales pueden penetrar profundo en territorio chino.

Tras años en que China producía hechos unilaterales en el polvorín del Pacífico como la construcción de Islas artificiales y su vasta expansión militar sin respuesta alguna por parte de Estados Unidos, de repente las reglas del juego cambiaron con Trump y a China le toca barajar de nuevo.

El desafío diplomático par Beijing es aplacar a Corea del Norte y evitar que las provocaciones de Kim se salgan de control y terminen generando una desastrosa guerra en la península. Sin embargo pareciera limitado lo que los chinos pueden hacer pues a los pocos días de que Beijing impusiera sanciones a Corea por otro misil previamente lanzado, suspendiendo las exportaciones de carbón coreano, Pyongyang respondió con el lanzamiento de los misiles al mar del Japón.

El talante del régimen de Kim Jong-un se hizo patente con el asesinato en Malasia de su medio hermano por parte de agentes norcoreanos y la reacción que ha tenido frente a las investigaciones que se están llevando a cabo en Malasia, incluida la retención sin precedentes, secuestro se podría decir, de ciudadanos malayos que se encuentran de visita en Corea el Norte.

Varios conflictos se cocinan simultáneamente en la volátil región del Pacifico, unos menos visibles que otros. China contra Estados Unidos, China contra Corea del Sur y contra Corea del Norte, las dos Coreas una contra la otra, Corea del Norte contra Japón, China contra Japón, Corea del Norte contra Estados Unidos, China contra Vietnam, Vietnam contra Filipinas, Taiwán contra China y aún quedan otros por enumerar. Lo sorpresivo es que hasta ahora más allá de algunas escaramuzas aisladas las aguas han permanecido calmadas. Basta una chispa, un cálculo equivocado, un Misil que se descache o una ‘Trumpada’ para que la región estalle y podría ser con ‘hongos’.

Sigue en Twitter @marcospeckel