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Harakiri

La noble tradición japonesa de inmolarse tras un fracaso para salvar el...

21 de octubre de 2015 Por: Marcos Peckel

La noble tradición japonesa de inmolarse tras un fracaso para salvar el honor quizás ya desapareció en la realidad pero sobrevive en el imaginario colectivo: el ser humano que le entrega su vida a un cuchillo el cual una vez finaliza su faena deja un gran charco de sangre.Las últimas semanas el cuchillo ha vuelto a ser protagonista central de un Harakiri colectivo que se hacen los palestinos, cuando desenfundándolo de entre su ropas atacan a inocentes civiles israelíes. Israel entierra a sus víctimas, los palestinos entierran la posibilidad de una vida digna y de un futuro.No hay duda de la legitimidad de la causa palestina la cual goza de un desmedido apoyo por parte de la opinión pública mundial, de la comunidad internacional y del mismo Israel, pero desde la época del mandato británico los palestinos han sido el peor enemigo de sí mismos y eso lejos de cambiar empeora cada vez más.Fracasó Arafat cuando lo tuvo todo para lograr la paz con Israel y crear el Estado palestino independiente durante las negociaciones de Camp David en el año 2000, pero en el momento de la verdad prefirió continuar con el conflicto y lanzar la segunda intifada. La paz perdía su gran oportunidad, que difícilmente volverá, Arafat era su sepulturero.Esa segunda Intifada caracterizada por centenares de adolescentes suicidas palestinos adoctrinados en el oído, enviados a matar matándose por parte un liderazgo canalla e infame dio al traste con los acuerdos de Oslo y la esperanza que se lograra la creación del Estado Palestino al lado del Estado Judío. Como consecuencia Israel no tuvo más remedio que construir el Muro para evitar la penetración de terroristas suicidas a su territorio. Con cada ola de violencia empeora la situación de los palestinos.Desde que Hamás tomó por la fuerza la franja de Gaza en 2007 expulsando a la Autoridad Palestina ha prometido la “liberación de Jerusalem” pero lo único que ha logrado es destrucción y ruina por las guerras provocadas con sus cohetes y túneles. El bloqueo de Gaza comenzó únicamente tras los ataques de Hamás a Israel.Años de incitación y demonización de Israel en el sistema educativo de la Autoridad Palestina, los medios, discursos de sus líderes y sermones en las mezquitas dan sus frutos perversos: jóvenes enceguecidos por el odio para quienes “matar un judío” es el camino de la redención. A los “jóvenes de los cuchillos” el liderazgo de Abbas y del mismo Hamás no les crea ninguna esperanza e inspirados quizás en Isis deciden que su realización en la vida es matar y morir para que sus imágenes circulen como héroes en las redes sociales.Cuando a la incitación se agregan mentiras calculadas se potencia el explosivo coctel. Mentiras como que Israel pretende cambiar el status quo en la explanada de las mezquitas, hoy sitio exclusivo de oración para los musulmanes, pretendiendo tornar un conflicto político-territorial en una guerra religiosa como las que están devastando el Medio Oriente. En contraste, la intención de Palestina en Unesco de declarar el muro de los lamentos, el lugar más sagrado de la religión judía, como sitio sagrado del Islam constituye eso si una clara provocación propia de un liderazgo que hace rato perdió la brújula.La ocupación y los asentamientos tan mencionados como causas de la furia palestina serán resueltos únicamente a través de una negociación con Israel. El terrorismo y la violencia han sido perniciosos para el pueblo palestino y esta vez no será diferente.