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La política exterior poco o nada ha sido protagonista en las campañas...

7 de mayo de 2014 Por: Marcos Peckel

La política exterior poco o nada ha sido protagonista en las campañas presidenciales en Colombia, lo que tampoco es excepción en la actual contienda. Lo poco que aparece no es serio o es demagogia: candidatos que anuncian que de llegar al Solio de Bolívar “renegociarán” los TLC lo cual ni es realista ni es posible o los que en términos ambiguos hablan de “depender menos de Estados Unidos” o de “modificar la política antidrogas” sin dar más detalles pues estos no existen o no dependen de nosotros. Hay también candidatos que de manera irresponsable juegan con fuego, anunciando que de llegar al poder desacatarían el fallo de la Haya y “amanecerían en un corbeta” en el paralelo 82’ o “romperían relaciones con Venezuela”. Algunos por cálculos electorales prefieren evadir intencionalmente temas de política exterior. En la campaña anterior Juan Manuel Santos evidentemente tenía claro que una de sus prioridades sería el restablecimiento de las relaciones, entonces rotas, con Venezuela y Ecuador, pero si lo hubiera utilizado como tema de campaña, su pelea con Uribe habría comenzado antes de lo previsto. La política exterior colombiana ha sido históricamente más reactiva que proactiva, razón adicional por la cual no ha sido tema de campaña. Nada demuestra más lo anterior que la reacción ante el Fallo de la Haya cuando Colombia decidió retirarse del Pacto de Bogotá, un remedio que al ser medicado 30 años tarde puede llegar a ser peor que la enfermedad. El actual gobierno de Santos sí emprendió algunas iniciativas en política exterior, como la Alianza del Pacífico y la negociación de algunos TLC. Colombia jugó además un papel protagónico en el Consejo de Seguridad en el asunto de admitir a Palestina como Estado-miembro con una abstención que evitó que el tema llegara a votación, y apoyó las sanciones a Irán por su programa nuclear y otras a Siria vetadas por Rusia. Por otro lado la convulsionada geopolítica regional ha caído a su mínimo común denominador y Colombia, como otros países no ha ejercido liderazgo alguno. Unasur sigue siendo el ‘idiota útil’ de Maduro desde aquella noche en Lima en que mandatarios sin corbata y cariacontecidos exigían un reconteo de votos tras las cuestionadas elecciones presidenciales, aceptado por el mandatario venezolano quien posteriormente le hizo conejo, y actualmente con una mediación que poco ha logrado. Es lugar común aducir que con tantos problemas internos que tiene el país, como si los demás países no los tuvieran, para qué debatir política exterior, especialmente en las campañas electorales, pero en un mundo donde se extiende la anarquía, donde las instituciones internacionales pierden su brillo e influencia, donde lo regional desplaza a lo mundial, donde el concepto de soberanía es socavado, donde hay poderosos actores no estatales, es necesario plantearse respuestas a desafíos globales. ¿Cuáles son algunos de esos desafíos? San Andrés sin duda en el tope de las prioridades, desarrollo de las zonas de frontera especialmente el Pacífico y el Amazonas, reforma de los organismos regionales, intervención extranjera en el posconflicto, trabas no arancelarias al comercio, exceso de cumbres, lucha contra el crimen, pertenencia a los No Alineados y participación en misiones de paz. Un desafío adicional tiene que ver con el servicio exterior. Aunque la carrera diplomática se ha fortalecido, muchos nombramientos, desde embajador hacia abajo, dejan mucho qué desear, flagelo del que no se ha salvado presidente alguno en el último medio siglo, tema al que tampoco se han referido los candidatos.