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¿Entrando en la pospandemia?

Por estos lados, América Latina nunca decepciona, sigue su errático trasegar por la historia como piezas sueltas de un nada.

16 de febrero de 2021 Por: Vicky Perea García

Con las jornadas de vacunación a todo taco en varios países, más lento, a punto de iniciar o sin horizonte claro en otros, ya podemos comenzar a hablar del fin de la pandemia, que no del Covid-19 y sus cepas nacidas y por nacer. Ya pasaron dos o tres olas, podría venir una cuarta y una quinta, sin embargo, estamos pasando la página y lo que toca ahora es enfrentar las secuelas: sociales, económicas, sanitarias, políticas y geopolíticas.

Al momento de escribir estas palabras, en medio de la vacunación, aún estamos en lo que pareciera ser el cenit de la pandemia, aunque podría tratarse de un coletazo, quizás uno de los últimos. Aeropuertos cerrados, cuarentenas selectivas, pasaportes verdes y rojos, restricciones puntuales y no tan puntuales y miles todavía infectándose y falleciendo a lo largo y ancho del planeta.

Sin embargo, gracias a las vacunas, aparece la luz al final de este largo y doloroso túnel, luz que alumbra el mundo que nos deja la pandemia: economías hundidas, desempleo disparado, geopolítica alabastrada, tecnología monopolizada y multilateralismo desencajado.

Una de las víctimas de la pandemia parece ser la macroeconomía rígida de la Escuela de Chicago, que margina al Estado y le daba al mercado las llaves del manejo económico. Ese paradigma hizo agua, pues nunca desde la Gran Depresión había habido tanta intervención estatal en la economía, ya sea generando gigantescos déficits fiscales, imprimiendo, bajo el moquete de inyección monetaria o imponiendo restricciones al comercio libre. De no haber sido por esa intervención ocurrida en todos los países, estaríamos viviendo una verdadera tragedia social incomparable a ninguna que haya ocurrido en la historia. El capitalismo parece haberse salvado gracias a políticas estatistas que por décadas fueron anatema. El retorno recargado de Keynes.

Uno de los indiscutibles efectos de la pandemia es haber enterrado la reelección de Trump. Estados Unidos vuelve al ruedo global en un mundo que cambió sustancialmente en los últimos cuatro años y en el que le tocará ganar espacios que alguna vez fueron suyos. Con lo ocurrido en Washington el 6 de enero se hizo patente la crisis que aqueja a la mayoría de las sociedades democráticas, azotadas por la polarización y decepción con los sistemas políticos. El declive del orden mundial liberal que ya venía de antes del covid, acelera su caída y se acerca al féretro. En su lugar aparecerán burbujas de países afines que interactuarán de diversas maneras entre sí. Una especie de multilateralismo segmentado. Y peligroso.

En lo que la pandemia poco ha influido es en la anárquica geopolítica global, por el contrario, exacerbó tendencias que ya venían. La competencia entre las potencias, Estados Unidos y China, por dominación, influencia y mercados se ha extendido al planeta, teniendo a las vacunas como unos de los protagonistas. Históricamente este tipo de confrontación entre una potencia dominante y una ascendiente no ha terminado bien. Habrá que ver si Beijing y Washington se acomodan o se dan las manos. China dio su golpe de mano a Hong Kong, sin mayores consecuencias y tiene a la vista Taiwán y la dominación del Pacífico.

Por estos lados, América Latina nunca decepciona, sigue su errático trasegar por la historia como piezas sueltas de un nada. Un continente fragmentado, desigual, con demasiadas tareas pendientes, de frágil institucionalidad y de sálvense quien pueda. La pandemia nos ha golpeado más duro que a ninguna otra región y las secuelas son profundas, caldo de cultivo perfecto para populistas y vendedores de espejitos de todos los pelambres. Amanecerá, nos vacunaremos y veremos.

Sigue en Twitter @marcospeckel