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El mundo y Trump

Dos años cumple Donald Trump en la Oficina Oval, el planeta sigue girando alrededor del sol y no han estallado mayores conflictos bélicos, lo cual no significa que no hayan cambiado muchas cosas...

22 de enero de 2019 Por: Marcos Peckel

Dos años cumple Donald Trump en la Oficina Oval, el planeta sigue girando alrededor del sol y no han estallado mayores conflictos bélicos, lo cual no significa que no hayan cambiado muchas cosas, comenzando por la destrucción de lo políticamente correcto y de varios de los conceptos de gobernanza global bajo los cuales la tierra giraba.

Política exterior es uno de los campos donde Trump ha cumplido mayormente con sus promesas de campaña por más destempladas que parecieran y que estuvieran orientadas a la galería. Trump es un presidente que no tiene amigos ni aliados, sino conjunción de intereses coyunturales que hacen que se comporte de una forma u otra frente a un país determinado. Trump ha cazado peleas con otrora aliados de Estados Unidos como Alemania, Japón, Francia, Australia y Canadá mientras que ha encontrado amigos y aliados en los nuevos regímenes autoritarios de Europa del este como Hungría y Polonia.

El traslado de la embajada de Estados Unidos en Israel a Jerusalén es diplomacia trumpiana por excelencia. Otra promesa de campaña en la que ignoró los consejos de asesores, académicos y políticos, le hizo el quite al ‘derecho internacional’ y plantó la bandera de barras y estrellas en la Ciudad Santa.

El neoyorquino ha mantenido una retórica hostil con Irán, se retiró del acuerdo nuclear, reimpuso sanciones económicas y sin embargo no ha hecho nada para evitar el expansionismo iraní en el Levante, especialmente en Siria donde la anunciada retirada americana es un regalo del cielo para los ayatolas. Siria queda a merced de Rusia, Turquía, Irán e Israel, un juego de alto riesgo que más temprano que tarde puede explotar en una mega guerra frente a la cual Estados Unidos difícilmente puede mantenerse al margen.

En el siempre espinoso tema de Venezuela, Trump ha mantenido coherencia frente al régimen de Maduro, con fuertes sanciones a sus cabezas y desconociéndolo desde enero 10, quizás porque la postura de Estados Unidos frente a Caracas es determinada por senadores como Marco Rubio, en la medida que Trump no tiene mayor interés en América Latina.

Uno de los temas más agitados en su presidencia ha sido el comercio internacional. Su mantra de que todos están abusando de Estados Unidos con sus abultados superávits comerciales lo llevó a renegociar el Nafta –éxito de su administración-, comenzar una guerra comercial con China a la que acusa, justamente, de prácticas desleales, imponer tarifas al acero y el hierro para proteger la industria local, ‘pasándose por la faja’ las reglas de la Organización Mundial de Comercio.

Concluyendo el año anterior Trump indicó que Estados Unidos podría retirarse de la Otan, organismo que criticó sin cesar en su campaña, acusando a sus miembros de aprovecharse de Estados Unidos para su defensa. De ocurrir estaría sepultando el orden mundial prevaleciente desde el final de la Segunda Guerra Mundial.

Trump al igual que el Brasil de Bolsonaro, Italia y otros muchos, ha adoptado un total desdén por el multilateralismo y los organismos internacionales y son la demostración patente de que en la segunda década del tercer milenio la política exterior es de gobierno y no de Estado como se suponía. Los comunicados oficiales salen de las cuentas personales de Twitter de los mandatarios, no de los elaborados y desabridos comunicados de asesores de prensa. El mundo está a merced de la triada Trump, Putin y Xi y de una pléyade de actores secundarios de todos los pelambres. En este escenario el mandatario americano parece el más impredecible.

Sigue en Twitter @marcospeckel