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El mundo en que nació Colombia

Los congresos de Angostura y de Cúcuta, posteriores a la independencia, sirvieron para sentar las bases jurídicas de la recién creada Gran Colombia...

6 de agosto de 2019 Por: Vicky Perea García

El 7 de agosto de 1819 caía la dominación española sobre lo que seria Colombia. En un lustro, las naciones latinoamericanas se independizaban y comenzaban el camino de construcción de Estado y sociedad, uno que doscientos años después aún tiene asignaturas pendientes.

Las fronteras fueron las que establecieron los españoles en la división administrativa de sus extensas posesiones: virreinatos, capitanías y gobernaciones. Los próceres fueron en su gran mayoría descendientes de los conquistadores que habían conformado una élite a la que la Corona ya no le servía.

Las poblaciones originales, exterminadas física o culturalmente poco aparecen en la narrativa oficial de los pueblos americanos, como lo atestiguan el legado de religiones importadas: católica y protestante y de lenguas, español, inglés y portugués.

En 1819 Europa estaba reconstruyéndose tras las guerras napoleónicas durante las cuales el continente cayó bajo la dominación francesa. El Congreso de Viena de 1814, aplicando las lecciones aprendidas de la aventura gala, estableció una redistribución del poder que mantuvo al viejo continente más o menos en paz hasta que se hizo trizas en la Primera Guerra Mundial.

España perdía sus posesiones coloniales y pasaba a ser un jugador secundario en el nuevo orden mundial que comenzaba a ser dominado por el todopoderoso imperio británico.

El colonialismo europeo, acelerado tras la cumbre de Viena, logra su máxima expansión en el Siglo XIX, controlando vastas extensiones en África, Asia y el Medio Oriente mientras que, en las Américas, poco después de la Independencia, el presidente norteamericano James Monroe proclamaba su doctrina “América para los americanos”, advirtiendo a los europeos mantenerse lejos. La potencia del norte desplegaba su manto sobre un continente convertido en su patio trasero.

Dos grandes imperios islámicos comenzaban hace 200 años su decadencia hasta su desaparición, ambos a manos de los ingleses. En la India el imperio Mogol que nos legó el Tah Mahal desaparecería en 1857 cuando el subcontinente indio pasa a ser parte del Imperio Británico bajo la Reina Victoria. Medio Oriente era dominado por el imperio otomano el cual sucumbió a las fuerzas de la historia durante la Segunda Guerra Mundial, generando grandes olas migratorias hacia occidente, incluyendo Colombia, donde a los recién llegados se les dio el nombre de “turcos”.

Los congresos de Angostura y de Cúcuta, posteriores a la independencia, sirvieron para sentar las bases jurídicas de la recién creada Gran Colombia. Se nombraba a Simón Bolívar como presidente y a Francisco de Paula Santander como su vice, dos personajes que tenían visiones opuestas sobre casi todo. El primero centralista, el segundo federalista, el primero con tendencias dictatoriales, el segundo orientado hacia lo que entonces era la democracia y las leyes.

En relaciones exteriores Bolívar tendía hacia Gran Bretaña, Santander hacia Estados Unidos, país en el que pasó su exilio cuando fue expulsado del poder por el libertador. Ese insalvable conflicto entre nuestros próceres fue presagio quizás de lo que se repetiría una y otra vez a través de nuestra historia hasta el día de hoy.

A finales de la década de 1820, la Gran Colombia implosionó en sus tres componentes: La Nueva Granada, Venezuela y Ecuador. Comenzábamos solos la gesta de construir nación. Aun hoy lo estamos haciendo.