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El mundo es un despelote. Cada vez es más difícil gobernar ya...

5 de octubre de 2016 Por: Marcos Peckel

El mundo es un despelote. Cada vez es más difícil gobernar ya sea al interior de las sociedades y países o el planeta en general. Los sistemas políticos en las democracias hacen agua, los partidos políticos flotan al garete tratando de entender lo que ocurre a su alrededor, en varias latitudes arrecian los autócratas que a tiempo entendieron que optan por mano firme o a tomar las de Villadiego, la extrema derecha y los populismos que tienen una ‘solución fácil’ para todo se fortalecen en las sociedades avanzadas epitomizado el fenómeno por la campaña presidencial en Estados Unidos.En la sociedad del Siglo XXI la población es mucho más educada, está más empoderada, interconectada de diversas maneras, informándose por fuentes alternativas e influenciándose e influenciando en redes sociales. Los grandes medios siguen siendo grandes pero cada vez menos medios; un párrafo escrito por un ciudadano en Facebook puede tener más lectores y mayor alcance que un editorial de un gran periódico de esos que hace medio siglo tumbaban y ponían gobiernos a su antojo.Los gobernantes cuentan cada vez con menos credibilidad, se les asocia con grupos de interés que por décadas se han beneficiado del sistema, las sociedades están fragmentadas, no por pertenencia a una ideología o partido, sino por cuestiones puntuales, en las que no hay alianzas duraderas sino transitorias, el aliado hoy es el contradictor mañana, en un entorno anárquico e impredecible. La ciudadanía tiene cada vez mayores expectativas en lo referente a su ‘zona de confort’: educación, salud, empleo y esperanza para el futuro, algo que los gobiernos son incapaces de proveer.Naciones Unidas, responsable de salvaguardar la paz y seguridad mundial, no es más que un oneroso espectador de la geopolítica global en la que se han triturado los principios sobre los cuales yacía el orden de la posguerra: derechos humanos, responsabilidad para proteger y solución pacífica de conflictos. Si bien Alepo simboliza el colapso de ese orden, con sus hospitales intencionalmente bombardeados, niños masacrados con bombas barril y armas químicas y genocidio, avalado y ayudado por la Federación Rusa, uno de los encargados de preservar el orden, no es el único caso. Los poderosos cazas norteamericanos de la familia Ibn Saud diariamente asesinan decenas de civiles inocentes en Yemen y compran perdones con su frondosa chequera. Y así se podrían mencionar decenas de casos similares para ilustrar el caos geopolítico actual.Nuestro país, tras el plebiscito del pasado domingo se une a un lugar privilegiado en las filas del despelote. Se abren tantos escenarios que es prácticamente imposible predecir lo que va a ocurrir tras el resultado favorable al No. Los acuerdos por más que estén en la Federación Suiza, allá podrán quedarse, porque políticamente murieron el domingo. El balón está en el terreno de las Farc quienes tendrán que decidir si renegocian los acuerdos, vuelven al monte, se fragmentan, comienzan de cero otro proceso, mantienen el limbo y a sus líderes en La Habana mientras el establecimiento se desgarra, se unen con el ELN, esperan al 2018, o simplemente se desmovilizan a cambio de prebendas que el Ejecutivo les ofrezca al margen de los acuerdos. De cada una de las anteriores opciones y otras no contempladas se desprende un ‘árbol’ de posibilidades. La manida frase que ‘las crisis son oportunidades’ aplica en nuestro caso para algunos más no para otros. Todos abogan por la ‘paz’ pero el término tiene diversos y contradictorios significados para diferentes personas y grupos. Un verdadero despelote.Sigue en Twitter @marcospeckel