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Colombia contra la ONU

El problema del informe de Naciones Unidas sobre Colombia que tanta polémica ha causado no son los datos y sugerencias ahí consignados, sino el doble rasero con que el organismo trata a los países del Planeta lo cual termina defenestrando su credibilidad.

3 de marzo de 2020 Por: Marcos Peckel

El problema del informe de Naciones Unidas sobre Colombia que tanta polémica ha causado no son los datos y sugerencias ahí consignados, sino el doble rasero con que el organismo trata a los países del Planeta lo cual termina defenestrando su credibilidad. Si hay algo en lo que se ha caracterizado el Consejo de Derechos Humanos de la ONU -Unhrc por su sigla en inglés- y la alta comisionada de Naciones Unidas para los derechos humanos son los intolerables niveles de doble rasero -hipocresía dirían algunos-, confeccionando sus informes sobre meros cálculos geopolíticos. Esto le ha otorgado inmunidad a países violadores mientras que algunos se han convertido en el blanco predilecto del sistema de derechos humanos de la ONU.

Basta con ver la composición de la Unhrc, los 47 Estados elegidos cada uno por tres años para entender que el queso lo están cuidando algunas ratas, pues si bien hay países que son estandartes de la democracia y las libertades hay otros que son violadores consuetudinarios y constantes de los mas básicos derechos del ser humano. Pakistán, Eritrea, Mauritania, Angola, Bangladesh, Burkina Faso y Venezuela representan los mas granado del cartel de los violadores de derechos humanos mientras que Somalia, República Democrática del Congo y Libia son estados fallidos. En esas manos recae el cuidado de los derechos humanos del planeta.

Mientras que el Unhrc se ensaña con Israel teniendo un ítem específico en su agenda para cada una de sus reuniones- ítem 7-, ignora masacres, genocidios, campos de reeducación, mutilación genital femenina, pena de muerte a gais, persecución religiosa y discriminación a las mujeres, en docenas de países alrededor del planeta. Ese doble estándar es lo que mina su legitimidad.

El Unhrc nació en 2006 tras la disolución de su antecesora, la Comisión de Derechos Humanos acusada de sesgo a favor de autocracias de todos los pelambres, para inmediatamente caer en los mismos pecados, el mismo sesgo, la misma inutilidad.

Nadie pretende que el sistema de Naciones Unidas sea perfecto, ni que trate igual a Rusia que a Colombia, pero algo de equilibro es necesario para que su labor sea efectiva y legítima en el cumplimiento de su misión, Mientras la estructura del Unhrc sea la actual, no hay la mínima posibilidad que ese equilibrio se consiga.

En lo referente al informe sobre Colombia de la alta comisionada Michelle Bachelet, cuya postura frente a los derechos humanos en general sufre de un visible sesgo, hay un tema que trasciende su mandato y constituye injerencia indebida en los asuntos internos de Colombia: el sugerir que la policía pase del ministerio de defensa al ministerio del interior. El debate es válido, pero no le corresponde a una funcionaria de Naciones Unidas ofrecer sus consejos constitucionales en un informe oficial a un país soberano incluso en momentos que el mismo concepto de soberanía pasa por un profundo replanteamiento. De igual manera sus opiniones sobre el Esmad basadas sobre cuestionados testimonios.

Mas allá del contenido del informe, el precario récord del Unhrc y su comisionada en la defensa de los derechos humanos como valor universal aplicable a todos lo envuelven en un manto de duda que lo despoja de su validez.

Sigue en Twitter @marcospeckel