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Chávez recargado

Un disminuido Hugo Chávez, desde el balcón del pueblo en el Palacio...

10 de octubre de 2012 Por: Marcos Peckel

Un disminuido Hugo Chávez, desde el balcón del pueblo en el Palacio de Miraflores, con una voz menos estridente de la que se le conoce, aceptó su victoria en las presidenciales venezolanas y aunque por primera vez tendió la mano a la oposición, es claro que el modelo bolivariano de Estado seguirá su curso, avalado por los ocho millones de votos obtenidos por el teniente coronel.Las elecciones en Venezuela ofrecían al electorado dos modelos opuestos de Estado, más que una simple elección de personalidades, como las elecciones en otros países de Latinoamérica, Colombia entre ellos, donde las diferencias entre los candidatos son simples matices, dentro de un modelo económico de mercado, no cuestionado. Con los esteroides que proporciona la renta petrolera con el barril por las nubes, Chávez ha construido un Estado que va en contra de los modelos económicos prevalecientes, generadores en teoría de riqueza, pero también de desigualdad, pobreza y exclusión. El modelo asistencialista de Chávez, cuya sostenibilidad en el tiempo es incierta, ha dado resultados inmediatos a millones de venezolanos que tienen hoy acceso a servicios, salud, educación y empleo, así sean precarios, con los que antes no podían ni soñar. Eso es una realidad inocultable. Los electores de Chávez sienten que la riqueza petrolera del país les está llegando. Todo a pesar de la desbordada inseguridad, los cortes de luz, la corrupción, la decaída infraestructura, otrora una de las mejores del continente y otras nefastos subproductos del modelo bolivariano. Ante el colapso de economías en Europa que está enviando a millones al desempleo y a sufrir un profundo recorte en los servicios del Estado, el modelo bolivariano se erige como una alternativa ante los ojos de mucha gente. Es indudable, ante lo disputado de la contienda electoral y la rápida concesión que hizo Capriles de su derrota y de la transparencia del proceso, que Chávez sale altamente legitimado, esto a pesar de haber socavado en sus años de Gobierno otras instituciones de la democracia; la libertad de expresión, de asociación, sindical y de respeto a la oposición. El concepto de democracia se reduce a simplemente un proceso electoral, así todo el gigantesco aparato estatal hubiera sido utilizado a favor del candidato Presidente, por lo que su triunfo no está siendo cuestionado.La victoria de Chávez es un bálsamo para sus acólitos en el continente, Correa, Cristina y Evo, quienes han aprendido a fondo la fórmula bolivariana; agite las diferencias sociales, polarice la sociedad, acose a la prensa, cambie la constitución para reelegirse indefinidamente, despotrique contra ‘el imperio’, pero siga haciendo negocios con él, nacionalice empresas y entienda el ejercicio del poder como una épica confrontación con los opositores. Desde su llegada a la Presidencia, Chávez alteró sustancialmente la geopolítica en el continente, como se evidenció una vez más, en las recientes crisis de Paraguay y Ecuador-Gran Bretaña donde los países ‘moderados’, Colombia, Chile y Perú fueron ‘arrastrados’ a apoyar la posición radical liderada por Venezuela. Para nuestro país la relección de Chávez por otros seis años es una moneda de dos caras. Por un lado el apoyo, cuya naturaleza desconocemos, que el comandante le está dando al proceso de paz iniciado por el presidente Santos, pero por el otro, en caso de que el proceso fracase, Venezuela seguiría otorgando apoyo diplomático y refugio a la guerrilla colombiana. Sin embargo lo único que parece acechar a Chávez, gigante político, genio y figura, transformador, caudillo y demagogo, es el cáncer que podría dar al traste con su proyecto bolivariano.