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Burbujas

El desbarajuste del multilateralismo y sus instituciones venía antes de la corona, pero con la llegada de esta se exacerbó hasta la parálisis.

7 de julio de 2020 Por: Marcos Peckel

El desbarajuste del multilateralismo y sus instituciones venía antes de la corona, pero con la llegada de esta se exacerbó hasta la parálisis. La madre de todas las vergüenzas recae sobre el Consejo de Seguridad de la ONU, ente que ha estado completamente ausente de la peor crisis que se ha abatido sobre la humanidad en décadas.

Ni una acción ha salido del encumbrado organismo. La asamblea general por su parte, encontró el tiempo para elegir cinco miembros del Consejo tras un acalorado episodio de clientelismo internacional. La Organización Mundial de la Salud -OMS- llamada a ser protagonista en el manejo de la pandemia, trastabilla de polémica en polémica.

Estados Unidos ha abdicado su liderazgo, refugiándose en el ‘America First’, retirándose de numerosas organizaciones internacionales como la OMS, Unesco, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, debilitando a la Otan, entrando en abierta confrontación con sus aliados históricos occidentales y socavando el orden que los mismos estadounidenses construyeron.

China, quizás tratando de abarcar más de lo que puede, ha tratado de copar espacios dejados por Estados Unidos, sin embargo, se ha estrellado contra sus propias limitaciones. Equipos médicos enviados por China a varios países para combatir el coronavirus salieron defectuosos y su poca transparencia en el manejo del virus ya generó una investigación al interior de la OMS. Su golpe de mano a Hong Kong lo alienó con las democracias del mundo.

La rivalidad creciente entre China y Estados Unidos en múltiples frentes le agrega palos a la rueda del actual sistema multilateral. Sin embargo, de este mundo sin timonel, podría germinar otro tipo de orden, atomizado, pero posiblemente más eficiente y adecuado a la nueva realidad.

Estamos hablando de las ‘burbujas’. El moquete proviene de lo que han hecho algunos países para reestablecer la conexión aérea. Corredores libres de Covid-19, abiertos para permitir viajar entre países miembros de la burbuja.

Ese paradigma podría ser extendido a la geopolítica. Algunas burbujas surgirán para proteger la democracia, los valores humanos, el libre comercio, la libertad de expresión, transparencia, el libre movimiento de inversión, etc. Países como Alemania, Nueva Zelanda, los escandinavos, Australia, Japón, Corea, etc., crearían una burbuja, un organismo institucionalizado o no, que los agrupe alrededor de los valores mencionados. La Oecd tuvo su origen en ese concepto -buenas prácticas- y puede asumir un rol mayor en el mundo post pandemia.

De igual manera países más adeptos a sistemas autocráticos, poca transparencia, libertades restringidas, tales como Rusia, China, Turquía, Irán, Egipto, etc. podrían crear su propia burbuja. En América Latina la Alianza del Pacífico y Prosur son burbujas con una potencial proyección al futuro, mientras el fenecido Alba fue la burbuja de los socialistas del Siglo XXI. Estas burbujas crearían nuevos Gs (G7, G20, etc.) y se constituirían en las piezas componentes del sistema internacional.

Los desafíos que enfrentará el mundo post pandemia son monumentales. Nacionalismo exacerbado, economía en caída libre, desempleo desbocado, incertidumbre por una pandemia que no amaina, carrera por la vacuna, competencia entre las potencias, fronteras cerradas, proliferación de ADM y un largo etcétera que requieren una acción concertada que no aparecerá porque no hay quién la lidere.

La ONU quedará encallada en su frondosa burocracia sin capacidad de actuar ante el desorden mundial. Las burbujas llenarán el espacio, encontrarán cómo interactuar, desactivar polvorines, colaborar en temas puntuales y quizás sembrar las semillas de un nuevo multilateralismo, menos pesado, más eficiente y más adecuado al Siglo XXI.

Sigue en Twitter @marcospeckel