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¿Acelerar o cambiar?

Con la irrupción del coronavirus alrededor del planeta, en una sucesión macabra, descontrolada, asimétrica y letal, surgen solo preguntas, muchas preguntas.

28 de abril de 2020 Por: Marcos Peckel

Con la irrupción del coronavirus alrededor del planeta, en una sucesión macabra, descontrolada, asimétrica y letal, surgen solo preguntas, muchas preguntas. En el ámbito del orden mundial nos preguntamos: ¿Cuáles son los escenarios del día después? Las tendencias geopolíticas que han caracterizado la segunda década del milenio ya auguraban un nuevo orden mundial que podría acelerarse con la aparición del Covid-19. O de pronto no.

El nacionalismo recargado, el resurgir del Estado frente al multilateralismo, la animadversión con los emigrantes y el desprecio por los refugiados, son tendencias que vienen de tiempo atrás y que con el coronavirus se han acelerado a niveles que eran impensables. Los Estados cerraron sus fronteras, se desentendieron de sus vecinos, se encerraron en sí mismos a enfrentar la pandemia, restringieron el comercio de material médico y prohibieron la llegada de extranjeros. Las fronteras se erigieron en muros alrededor de los Estados cual fortalezas medievales. La aparente cooperación que existe en el desarrollo de la vacuna contra el Covid-19 entre algunos países no puede ocultar la actitud de ‘sálvese quien pueda’ asumida por la gran mayoría de los Estados.

La primavera de las autocracias, reflejada en países como Hungría, Turquía, Filipinas, Camboya, por mencionar solo algunos, que poco a poco han abandonado el modelo democrático para mutar a dictaduras con dudoso sustento constitucional, es otra tendencia que hacía su curso y que con la pandemia podría acelerarse, véase Bukele en El Salvador. Incluso populistas como Bolsonaro y Amlo, que han rechazado las cuarentenas como forma de enfrentar el virus, podrían salirse con la suya.

La verdad como valor supremo ya estaba siendo víctima antes del virus, principalmente en manos de personajes como Trump dedicados a crear un mundo virtual en el que los hechos no importan. Tras la aparición del virus ésta podría quedar enterrada. O podría suceder que a los ‘pinochos’ gobernantes les pasen factura por el daño causado por sus embustes.

La evolución de las relaciones entre la triada: Estados Unidos, China y Rusia durante el corona y posterior a este es también motivo de especulaciones. Aunque sería más apropiado hablar de China y Estados Unidos como lo dos polos, que sin acercarse a lo que en su momento fue la rivalidad de la guerra fría entre la Unión Soviética y Estados Unidos, son los dominantes en el panorama mundial. China busca aparecer como el ‘adulto responsable’ tras la debacle inicial de su manejo del virus, ofreciendo colaboración a los países más afectados y vendiendo equipo médico, defectuoso en varios casos, mientras que Estados Unidos se empecina en acusar a Beijing de deliberadamente propagar el virus. Elegirán las dos potencias el camino de la cooperación o continuarán con las escaramuzas que ya eran parte del menú: guerra comercial, rifirrafe en el Pacífico, acusaciones de manipulación monetaria, robo de patentes y otras similares.

En América Latina, siempre frágil y fragmentada, el virus, dependiendo de su duración, podría generar fuertes estallidos sociales en la medida que los Estados sean incapaces de desplegar una red de soporte para los más afectados. Sin embargo, quizás como ha sido tradicional en el continente, ni los éxitos son tan marcados ni las calamidades son tan funestas por lo que el virus podría pasar por acá sin que realmente mucho cambie.

Acelerar, transformar o dejar así. Se irá el Covid y veremos.

Más allá de la geopolítica el gran interrogante que nos ocupa es cómo cambiará la sociedad. Seremos más austeros, menos consumistas, menos ostentosos, más aislados, más solidarios, más respetuosos, menos ególatras, menos tuiteros, más comprensivos. ¿O simplemente nada cambiará?

Sigue en Twitter @marcospeckel