¿Termina la novela?

Como una novela kafkiana; así podría considerarse el cuento que está a punto de terminar de la entrega del túnel de La Línea el próximo 4 de septiembre.

Aquellos que nacimos en el occidente del país hemos sufrido los discontinuos procesos de inauguración y las promesas de la puesta en funcionamiento de la obra de infraestructura más importante de Colombia.

Por más de 100 años el país anhelaba atravesar la Cordillera Central con el objetivo de acercar el puerto de Buenaventura con el centro de la Nación. El sueño comenzó en 1902 cuando se comprometieron expedicionarios, campesinos e ingenieros a dejar la piel en un proyecto que implicaba perforar una montaña con una compleja geología a una altura de 2600 metros sobre el nivel del mar.

Con tres inauguradas, los últimos tres presidentes se pifiaron al presentar con bombos y platillos el ‘ahora sí del prometido proyecto. Su terminación ha sido una de las promesas incumplidas de los últimos mandatarios: Álvaro Uribe ( 2002/2010), Juan Manuel Santos (2010/2018 )y hasta el presidente Duque se apresuraron y aparecieron en la foto de cierres de obras y aventuras de fechas que calmaban los ánimos y trataban de recuperar la confianza de un sueño que debió entregarse hace siete años, en 2013.

Capítulo especial merece el novelón de las licitaciones fallidas y especialmente la de la constructora del señor Carlos Collins, quien según el Invías, con dilaciones logró obtener cuatro prorrogas que significaron un aumento de 39 meses para finiquitar la construcción, y pese a esos beneficios en el 2016 dejó abandonado semejante elefante blanco bajo el argumento de terminación de su contrato y que no se le iba a pagar más.

La contraloría calcula que el proyecto ha acumulado un sobrecosto de un 500% del valor que originalmente debía valer, y lo que conoceremos el próximo 4 de septiembre será la primera parte de una entrega histórica que nos permitirá a los protagonistas de la trama parar de sufrir al pensar en el tránsito de semejante montaña que incrementó nuestras horas terrestres de viaje y sumó decenas de horas de tráfico y bloqueos para llegar a casa o acercarnos al centro del poder político y económico.

Yo ya estuve allí y pude comprobar que los 8,6 kilómetros de vía, con 17 galerías que conectan al túnel secundario y un moderno sistema de seguridad desde Calarcá hasta Cajamarca está listo.

Este 4 de septiembre podremos ver, si nada extraordinario ocurre, el cierre de la primera saga de la historia tragicómica del cruce de la Cordillera Central. Es sólo la primera parte y como una buena novela deberá tener sus segundas sagas y espero que hasta terceras, para terminar con un proyecto ambicioso y del que hemos escuchado diversos cuentos desde que éramos niños y que se quedaron en el imaginario de nuestros abuelos.

Varios años han tenido que transcurrir para poder ver y disfrutar lo que tendremos esta semana. Contamos las horas para transitar por dentro la cordillera de Los Andes y esperamos aplaudir de pie a los pobladores e ingenieros que por fin finalizaron el proyecto de infraestructura clave para competitividad de la Nación. Prendo velas, ojalá no sea una ilusión más.

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