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Silencio

De fondo, ojalá callando el ruido, podamos hablar y soplar sobre nuestras heridas. Está tan polarizada la ciudad que unos solo ven pobreza y otros delincuencia

23 de mayo de 2021 Por: Mabel Lara

La primera gran movilización del silencio se produjo en Colombia el 7 de febrero de 1948, cuando Jorge Eliécer Gaitán logró convocar la marcha más grande que había tenido el país hasta ese momento en la plaza de Bolívar de Bogotá (una ciudad que para la fecha tenía unos 400 mil habitantes) y hasta donde llegaron unas 100 mil personas que rechazaban la violencia bipartidista.

Pero no fue la única, tras el magnicidio de Luis Carlos Galán en 1989, también hubo una “Marcha del Silencio” liderada por los universitarios que ante el dolor que ocasionó el asesinato del político liberal, desembocó en el nacimiento del movimiento de la séptima papeleta que terminó en el cambio de la Constitución de Colombia. En 2016 los estudiantes de decenas de universidades del país marcharon con pañuelos blancos pidiendo un acuerdo ante el triunfo del NO en el plebiscito.

En la región también silenciosamente hace 5 días las madres y familiares de Uruguayos detenidos y desaparecidos durante la dictadura se hicieron sentir. Argentina aún recuerda la movilización bajo la lluvia de unas 400 mil personas para pedir justicia por la misteriosa muerte del fiscal Nisman que había acusado a la presidenta Cristina Fernandez de encubrir un atentado antisemita y México tiene en sus entrañas el recuerdo en 1968 cuando alrededor de 300 mil estudiantes y profesores en absoluto silencio y con la boca cubierta llegaron hasta el Zócalo de la capital para demostrar que no eran unos “revoltosos”.

Ahora Cali, este 25 de mayo, se lanza a las calles en silencio para rechazar los bloqueos que tienen en jaque la movilidad ciudadana y la reactivación después de la pandemia. Nacionalmente el llamado ha generado expectativa porque en las últimas semanas y gracias a la estigmatización de Cali solo se escucha sobre episodios de violencia policial, abusos de autoridad, barricadas, cobros en peajes ilegales y hasta el secuestro de una ciudad que se quedó sola sin representación y liderazgo nacional donde también se calla “por no polarizar” “no generar más caos” o simplemente por no ponerle el pecho a la situación.

El silencio es político. Las marchas lo son y ese es el poder de la democracia, por ello hay que sacar a los polítiqueros del sentir ciudadano. Pero la cuestión aquí es que “hay tantas verdades como personas en el mundo” y sí todos tienen la razón en los reclamos en medio del paro nacional ¿Cómo construimos acuerdos?.

De fondo, ojalá callando el ruido, podamos hablar y soplar sobre nuestras heridas. Está tan polarizada la ciudad que unos solo ven pobreza y otros delincuencia. Anhelo que los silencios puedan ayudarnos a dirigir una conversación y quizás así entender que nos queda la esperanza. Llegó el momento de enfrentar nuestros propios demonios, Cali puede dar ejemplo nacional de concertación pero toca ceder; la pregunta aquí es ¿quién? Y ¿qué vamos a ceder? Este país lo construimos entre todos, y Cali tiene que demostrarse así misma que puede salir del atolladero.
Sigue en Twitter @MabelLaraNews