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Persuasión

Es la esquizofrenia sin consensos, sin puntos medios, sin grises en un panorama en blanco y negro. Es también el señalamiento de ese otro ilegítimo como “gente de bien” o “vándalo”, “delincuente” y hasta “ricos mal-pobres bien” y viceversa, como si la riqueza o la pobreza per sé llevaran encima el sello de la maldad.

6 de junio de 2021 Por: Mabel Lara

El estallido colombiano es una manifestación más que poderosa del hastío de que no está bien, estar tan mal. No está bien la desigualdad, no están bien las generaciones no futuro, no está bien borrar del mapa a los contrarios, pero siguen siendo tan poderosos nuestros demonios que la sangre, los muertos, las desapariciones, la destrucción de la propiedad privada y el uso brutal de la fuerza nos mantienen en una confrontación ciudadana 2.0.

Es el conflicto de nuestros campos ahora en las ciudades y la batalla por la narrativa ahora en las redes sociales. Es también la mentalidad de la guerra en todas nuestras conversaciones y también de sentido de ilegitimidad de quien no rechaza los bloqueos, o quien no apoya las marchas, o quien no grita más duro lo que creemos como verdades absolutas.

Es la esquizofrenia sin consensos, sin puntos medios, sin grises en un panorama en blanco y negro. Es también el señalamiento de ese otro ilegítimo como “gente de bien” o “vándalo”, “delincuente” y hasta “ricos mal-pobres bien” y viceversa, como si la riqueza o la pobreza per sé llevaran encima el sello de la maldad.

Es el miedo al otro que no entiendo, que lo veo hasta con asco, con desprecio e invalido su pensamiento solo porque no está en la burbuja de mis prejuicios; y lo peor de todo es que en nuestro lenguaje es la justificación de la violencia porque pá quitarlo del medio es mejor “pegarle un tiro”.

En este contexto y con una campaña electoral que ya estalló el discurso público se limita a aplausos y matoneos de los contrarios y no nos oímos, no escuchamos lo que ese otro tiene que decir y están sacando provecho del “ruido” los estrategas políticos de los extremos que armados de trolles y bots enrarecen las conversaciones cargándolas de odio y amenazas. La democracia perdida en medio de la “galería”.

Para ser justos este no es un asunto exclusivo de Colombia, según el Cato Institute, el centro de pensamiento en Washington, el 62% de los estadounidenses dicen tener miedo de compartir lo que creen por temor a ser linchados por las masas iracundas. Y en el contexto actual, ese mismo miedo nos está llevando a tomar posiciones cada vez más radicales y nos hemos quedado sin espacios o comunidades en línea para celebrar la diversidad de los puntos de vista. La conversación nacional está cargada de dogma y así se hace imposible entablar puentes de comunicación en una Nación herida que necesita urgentemente soluciones sociales de fondo.

Si se rechazan los bloqueos se es uribista, si se condena el abuso policial se es Petrista, si se pide apoyo para la reactivación económica se es una privilegiada sin empatía y si se condenan los discursos de odio, se es una negra resentida. Son los extremos y sus estrategias de persuasión distorsionando el debate, dominando la conversación que favorece sus posturas de no negociación y al final, ya en plena campaña, de triunfo electoral.
Sigue en Twitter @MabelLaraNews