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Nuevos vientos

Poco se dimensiona en un país centralista el poder de los medios locales.

15 de enero de 2023 Por: Mabel Lara

Se va el periódico El País como lo conocemos hasta ahora. Se va para reformarse o para reinventarse, palabra odiosa puesta de moda después de los cambios frenéticos de la pandemia del Covid-19 y especialmente de la transformación social que le está tocando a esta generación.

Varios sentimientos encontrados: como mujer de la región valoro el interés de los empresarios que lo compraron por apostarle a la prensa escrita, un medio que ha sufrido desde hace más de una década el acoso del olvido y las amenazas de las amplias y democráticas, a veces en exceso, redes sociales.

Debo admitir también que me embarga una especie de guayabo porque ante el anuncio de que una red de empresarios vallecaucanos se había agremiado para salvar el periódico, me ilusioné con la posibilidad de ver, aunque tardío, el despertar de una clase empresarial que pareciera estar reaccionando frente a los embates de la actualidad, dejando a un lado la mirada feudal del Departamento y sumando importantes liderazgos para sacarnos del atolladero.

Poco se dimensiona en un país centralista el poder de los medios locales. Basta con mirar la experiencia europea donde existe una estrechísima relación entre el desarrollo de los medios regionales y la conciencia de identidad regional.

En Alemania por ejemplo, predomina la prensa regional y los medios nacionales más importantes tienen una circulación relativamente baja.
En Francia la prensa local es un fenómeno curioso, entendiendo la clara vocación centralista de los franceses; sin embargo, pareciera que con el tiempo es la prensa de las ciudades principales una especie de modelo de compensación del centralismo. En España, con 17 comunidades autónomas, en 15 existen importantes diarios regionales con la amplia circulación.

La prensa local favorece un mayor conocimiento de los rasgos distintivos de una comunidad, no solo pensando en sus tradiciones y sus fiestas, también desde los anclajes políticos y sociales. Es la responsable de relatar la vida cotidiana de la gente y especialmente es una articuladora de la creación y desarrollo de la conciencia regional.

Así las cosas la región del suroccidente colombiano debe celebrar que el diario El País no desaparezca, faltaba más que en medio de todos nuestros problemas también perdiéramos uno de los medios más tradicionales de la región. Una democracia sana tiene medios de comunicación fuertes, robustos y creíbles. Una democracia viva confronta desde las ideas y las letras los problemas de sus ciudadanos. Como decía el gran Arthur Miller “un buen periódico es una nación hablándose a sí misma”. Los demócratas debemos defender siempre el periodismo y si este se hace en la región y le apuesta al contenido local con mayor y justa razón. Que sean las letras escritas desde la ‘provincia’ las que nos salven, bienvenidos los nuevos aires del diario El País.