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La trampa

La teoría de mi profesor jesuita es que la desigualdad se soluciona con proyectos sociales y depende de la eficacia de los gobiernos con innovadoras políticas públicas.

7 de noviembre de 2021 Por: Mabel Lara

No pasó de ser un titular más, una estadística y centro de conversación de analistas o quejumbrosos eternos que no entendemos cómo nos ‘momificamos’ sin reaccionar ante la noticia del Banco Mundial de ser la segunda nación más desigual de América Latina. Es la trampa de la pobreza, que tras la pandemia nos dejó peor de como estábamos. Son, según el BM, 3,6 millones de nuevos pobres con los que seguimos perdiendo el examen de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Lo que publica el Banco Mundial es que los ingresos del 10% de la población más rica de los colombianos es once veces mayor que la del 10% más pobre y nos compara con República Eslovaca -país más equitativo de la Ocde- donde el 10% de la población más rica gana apenas tres veces más que el 10% más pobre.

¿Por qué es importante ‘pararle bolas’ a las cifras de desigualdad? Porque la desigualdad mata, como lo plantea el sociólogo Göran Therbon. No es un asunto de envidias por el que más tiene, es abrir los ojos ante la trampa: la desigualdad inhibe que el crecimiento les llegue a todos. Es reconocer que un niño que nace pobre en Colombia recibe 2,5 años menos de aprendizaje que uno rico y tiene tres veces más probabilidad de sufrir desnutrición y es probable que un hijo de padre con bajo ingreso a futuro gane menos que un hijo de un padre con alto ingreso: en resumen, un niño rico en Colombia nace con una buena bicicleta y puede ponerla a andar en asfalto y con buena iluminación. El niño pobre recibe una bici con llantas pinchadas, la pone a andar en camino sin pavimento, sin luces y jamás alcanza al otro pequeño.

Si este argumento no nos abre los ojos, vale recordar que entre mayor pobreza y desigualdad los efectos son másviolencia, delincuencia, altos costos en seguridad, educación y salud. Es decir, si usted no le para bolas al asunto tarde o temprano la desigualdad le tocará la puerta.

Hace días conversaba con uno de mis profesores de la Universidad de Georgetown y nos cuestionaba sobre la posibilidad de redistribuir los ingresos o atender a los más pobres para acabar con la desigualdad.

Según su teoría la distribución de los ingresos no alcanzaría para acabar con la inequidad. Su hipótesis radica en que las intervenciones sociales efectivas a la población con menos ingresos sí han demostrado transformaciones efectivas de inyección directa en la economía familiar.

La teoría de mi profesor jesuita es que la desigualdad se soluciona con proyectos sociales y depende de la eficacia de los gobiernos con innovadoras políticas públicas. Así las cosas en Colombia estamos fregados porque aquí andamos más preocupados de concursos de cocina o peleas de los populistas, que de solucionar la vida a millones de niños y colombianos que aguantan física hambre. Ni los políticos asumen su papel y en honor a la verdad, muchos ciudadanos de a pie tampoco.
Sigue en Twitter @MabelLaraNews