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El problema irresuelto

Con dos candidatos punteros desde las extremas la reflexión que nos ha quedado es que Colombia, como ninguna otra nación de la región, nunca ha sido un país de medias tintas.

27 de mayo de 2018 Por: Mabel Lara

Escribir una columna comenzando semana luego de una jornada electoral tan importante para el país, es más que un ejercicio suicida, sin embargo a la hora de entregar este escrito ya existen algunos datos que nos pueden ayudar a entender que estas fueron las elecciones más tranquilas de nuestra reciente historia política, y de la misma forma, las más intranquilas.

Con dos candidatos punteros desde las extremas la reflexión que nos ha quedado es que Colombia, como ninguna otra nación de la región, nunca ha sido un país de medias tintas.

Aquí no caben consensos o disertaciones, lo nuestro son las ideas totalitarias. “Si no es para mí, no es para nadie. Paz sí, pero no así”, parecen ser nuestras premisas. Lo nuestro no ha sido reconocernos desde las contradicciones políticas, lo nuestro son las enemistades y la imposición de las ideas con fusiles y con balas.

Que Iván Duque y Gustavo Petro hayan encabezado las encuestas y ganado la primera vuelta es sólo la demostración de los problemas no resueltos en un país acostumbrado a silenciar al contrario, este es sin duda nuestro problema irresuelto desde el nacimiento de Colombia como República.

La Guerra de los Mil Días en 1899 con el levantamiento de los liberales contra el régimen conservador nos parió y nos aterrizó en el Siglo XX, en el contexto de un conflicto que intentó luego zanjarse gracias al Frente Nacional de 1958 y que generó la desmovilización de algunas guerrillas liberales, pero permitió también la llegada de nuevas como las Farc que durante 50 años de confrontación nos dejaron más de ocho millones de víctimas.

El desprecio a su guerra, las concesiones para sacarlos de la selva, los vínculos con el narcotráfico, además de las mentiras en medio de la convocatoria a un plebiscito, llevaron a que los colombianos en 2016 manifestaran su rechazo a los acuerdos de paz con el triunfo del No con un 50,7% frente al Sí con 49,7%.

En esta contienda, escogiendo el presidente número 60 de los colombianos, las mismas diferencias de modelo de país, económico y de desarrollo vuelven a enfrentarse.

“No son buenos los extremos aunque sea en la virtud”, decía Santa Teresa de Jesús, porque se tocan y terminan siendo lo mismo. De nuevo en Colombia nos vemos metidos en la vaca loca del odio y ya en segunda vuelta, gane quien gane, tendremos un país polarizado, desmembrado, donde seguirán supurando las heridas de siglos pasados. ¡Que Dios nos coja confesados!

Sigue en Twitter @MabelLaraNews