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Disidente

Necesitamos sacar de entre las piedras más Ruths Ginsburg, ponerles el foco, hacerlas personas visibles para no desandar el camino que ya construyeron por nosotras.

27 de septiembre de 2020 Por: Mabel Lara

El hervor de la política electoral no ha ayudado a dimensionar la pérdida para la justicia en el mundo de la poderosa jueza liberal Ruth Bider Ginsburg: la segunda mujer nombrada en la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos.

Ginsburg fue un ícono feminista. Una abogada que se dedicó a darle voz a todo lo que representaba la disidencia en Norteamérica. Fue, para comenzar, el modelo de lo que significaba ser una abogada madre que batalló con su figura menudita por los derechos de las mujeres, las niñas, la comunidad Lgtbi y el modelo de lo que ella misma representaba.

A sus 80 años se convirtió en la rockstar de la Justicia norteamericana porque logró conectar con las nuevas generaciones -con los millennials- que la llamaron ‘Notorius RBG’ en un juego de comparación con el rapero ‘Notorius BIG’ ambos nacidos en Brooklyn y revolucionarios de la cultura popular americana. Los jóvenes se tatuaban su imagen en los brazos, las niñas se disfrazaban de RBG en Halloween, abundaron publicaciones de biografías y hasta una película que enmarcó su ejercicio de poder en la Corte suprema bajo el eslogan I dissent (Yo disiento) como simplificación de más de 40 años de ejercicio legal.

En los años 70 la juez fundó el proyecto de derechos de la mujer en la Unión Estadounidense de las Libertades Civiles, lo que le valió ser comparada con el primer juez afroamericano de los Estados Unidos Thurgood Marsshall quien coordinó la lucha legal contra la discriminación racial en los años 1940 y 1950. Al llegar a la Corte su estrategia se basaba en la selección cuidadosa de casos para que a través del debate, investigación y fallos se reconocieran las barreras constitucionales contra la discriminación de género.

Una de sus disidencias más notables fue en el año 2007 cuando la mayoría de cinco miembros de la Corte revocó un veredicto de discriminación sexual a favor de Lily Ledbetter, una mujer de Alabama a la que se le pagaba menos que a los hombres de la compañía de neumáticos Goodyear. La jueza dijo que la mayoría no comprendía o era indiferente “a la forma insidiosa en las que las mujeres pueden ser víctimas de discriminación salarial” y manifestó que el Congreso debería actuar para solucionar el error de la Corte y dos años más tarde se aprobó la ley de pago justo de Lilly Ledbetter en la Cámara y el Senado.

En estos tiempos de cambio tan convulsos sorprende que el legado de la jueza Ruth Bader Ginsburg se muestre borroso al haberse politizado el concepto de la igualdad de género en una agenda radical que considera agresivo y amenazante el trabajo de las personas que luchan porque las mujeres tengan igualdad y justicia social.

Cuando la resaca de su partida aún no ha terminado, su salida de este mundo sí debe llevar a quienes reconocemos la igualdad de los derechos de todas las personas como una tarea aún pendiente. No es sólo desde la agenda de lo político como se ha querido simplificar la batalla de muchas mujeres donde se debe alzar de nuevo la voz, es desde lo constitucional, desde lo legal donde las consideradas minorías debemos seguir construyendo el cambio.

No pueden los políticos arrebatarles las batallas a las mujeres y a los hombres que durante siglos han permitido que hoy estemos aquí.
Necesitamos sacar de entre las piedras más Ruths Ginsburg, ponerles el foco, hacerlas personas visibles para no desandar el camino que ya construyeron por nosotras. Se hace necesario que quienes creen en la igualdad de género alcen más fuerte su voz por la igualdad de las personas. Se hace necesario volver inmortal a Ruth Bader Ginsburg.

Sigue en Twitter @MabelLaraNews