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La orgía

Nunca me imaginé que la pandemia del coronavirus fuera la oportunidad para impulsar la otra, la que se esconde detrás de las atribuciones de los funcionarios para usar los recursos públicos

25 de octubre de 2020 Por: Vicky Perea García

Nunca me imaginé que la pandemia del coronavirus fuera la oportunidad para impulsar la otra, la que se esconde detrás de las atribuciones de los funcionarios para usar los recursos públicos. Y que en Cali, se renunciara al control político, a la veeduría ciudadana y al sentido común que aconseja contener las ambiciones de quienes quieren hacer una fiesta con ellos.

Y como ocurrió con las megaobras, lo peor es que están usando las buenas intenciones y las necesidades de la ciudad para perfeccionar la maroma. ¿Quién se puede negar a que se use la capacidad de endeudamiento del municipio para invertir en la reactivación de Cali, generar empleo y resolver las necesidades de las comunidades? ¿Quién puede desconocer la necesidad de apoyar el sector cultural, los bailarines de salsa y muchos de los que trabajan en la diversión que genera empleo e ingresos a decenas de miles de personas?

Esas son iniciativas inobjetables. El problema es que el acalde Ospina, conocido por sus antecedentes que aún lo tienen con procesos penales en la Fiscalía por bellezas como lo ocurrido con las reformas al Estadio Pascual Guerrero que empezó en $28.000 millones y terminó en $140.000 millones, las usa para hacer lo que a bien tenga, envolviéndolas en su retórica confusa y seductora.

Y empieza por hacer aprobar un endeudamiento por $650.000 millones sin explicar en qué se van a usar esos recursos, al estilo de las megaobras que él contrató y lo tienen ante la Justicia. Nada de responder a la opinión pública y a los pocos concejales que se atreven a hacer preguntas y a oponerse a la aplanadora construida con sus alianzas que se reparte cargos y presupuestos en la Alcaldía y la Gobernación.

Ahora va a hacer una feria virtual, argumentando que es para apoyar a los artistas que sin duda la están pasando muy mal. Lo grave es que se va a gastar $11.000 millones de los impuestos y de Emcali en algo que no se sabe a dónde conduce. Difícil imaginar el Salsódromo o el Encuentro de Melómanos sin público o un festival de orquestas sin escenario.

Con seguridad, eso no vale $11.000 millones. La Feria del 2019 costó $15.000 millones, realizó 58 eventos presenciales que tuvieron 1.003.792 espectadores según estudio de la Universidad Javeriana.
¿Acaso ocho eventos por internet cuestan lo que dice el alcalde? Otra cosa es que Corfecali se preste para soportar los gastos que pretende Jorge Iván Ospina.

Y la tapa: en el Concejo se tramita un acuerdo para que le autoricen al alcalde vigencias futuras por $25.000 millones. Con esa autorización que será aprobada por la aplanadora, se pretende construir un “centro de bienestar animal”, y, atérrense: “terminar los palcos del Estadio Pascual Guerrero” con $13.000 millones. ¿Más estadio, señor Alcalde?
¿No le pareció suficiente lo que se gastó, nunca terminó y lo tiene dando explicaciones ante la Justicia?

Claro, está respaldado por la aplanadora que controla el Concejo, la Contraloría Municipal y la Personería y evita hacer preguntas sobre el manejo de los recursos públicos. Y tiene el dinero para comprar medios y periodistas o para realizar contratos que neutralizan la veeduría ciudadana tan necesaria en estos momentos y tan peligrosa para los convenios que tienen con el Municipio algunas ‘fuerzas vivas’ .

Es la orgía con los recursos públicos que aprovecha la necesidad de atender la pandemia del coronavirus. Esa es la otra pandemia, impulsada por la mezcla de temor e indiferencia de la sociedad caleña.

Sigue en Twitter @LuguireG