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Protocolos contra la violencia

El alma de las organizaciones son sus personas, y entre ellas se tejen todo un universo de relaciones, las cuales deben estar mediadas por el respeto y estar libres de violencia.

24 de marzo de 2019 Por: Luis Felipe Gómez Restrepo

El alma de las organizaciones son sus personas, y entre ellas se tejen todo un universo de relaciones, las cuales deben estar mediadas por el respeto y estar libres de violencia. A lo largo de la historia, la estructura de las sociedades humanas ha cambiado enormemente, y estos cambios, traen nuevos modos de vida, formas de pensar, valores y ventajas que ayudan al control y favorecen el bienestar comunitario.

Dentro de los cambios sociales que hoy evidenciamos, está la toma de conciencia y las acciones implementadas, que pretenden erradicar de nuestro contexto social las conductas que atentan contra la dignidad humana, especialmente las que se traducen en diferentes tipos de violencia, discriminación y abuso de poder, entre otras.

Gracias al trabajo de organizaciones especializadas, los medios de comunicación, el activismo en las redes sociales y las valientes denuncias públicas de muchas víctimas, han quedado al descubierto las conductas censurables que venían ocurriendo, que evidencian que estos problemas tenían profundas raíces y que por años estuvieron escondidas bajo la mirada cómplice de una sociedad que no supo dar el cuidado requerido a quienes sufrieron en silencio situaciones de acoso, violencia o discriminación.

Según reportes de la Línea 155 de orientación a la mujer de la Policía Nacional, entre el periodo comprendido entre 2015 y 2017 se denunciaron más de 120 casos de acoso laboral, cifra que se estima inferior a la realidad, dado el temor de muchas personas a denunciar so pena de arriesgar su trabajo.

Esta situación revela la imperiosa necesidad que tienen las organizaciones de implementar protocolos de prevención y atención de violencia, acoso y discriminación, que brinden rutas para la denuncia de estos comportamientos y herramientas para el cuidado de los afectados.
Los ambientes sanos de trabajo en las organizaciones deben ser una realidad que superen las declaraciones de principios y valores institucionales, materializándose en estrategias e instrumentos eficaces que respondan a principios de transparencia, respeto, equidad y cero tolerancia frente a conductas que lesionen o afecten la dignidad de las personas.

Por esto, ignorar o subestimar las denuncias de las víctimas, la normalización de conductas indebidas y el silencio cómplice, no pueden seguir siendo opciones válidas para ninguna organización moderna que se precie de aplicar políticas adecuadas de responsabilidad social empresarial o prácticas de buen gobierno corporativo, siendo entonces una garantía, la adopción de protocolos o mecanismos de prevención y atención de casos de violencia, con el fin de generar una confianza por parte de los más vulnerables, y constituir una seria advertencia a los abusadores: “El que la hace, la paga”.

La sociedad actual debe asumir con mucha fuerza y persistencia la construcción de ambientes más sanos y protegidos para los débiles.
* Rector Universidad Javeriana Cali

Sigue en Twitter @RectorJaveCali

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