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Plan Nacional de Desarrollo

El Plan Nacional de Desarrollo debe contar con un amplio y transparente debate. Esto permitirá incorporarle los ajustes necesarios para que sea mucho más pertinente.

24 de febrero de 2019 Por: Luis Felipe Gómez Restrepo

El Plan Nacional de Desarrollo (PND) fue presentado por el Gobierno a consideración del Congreso, con tres grandes pilares: la legalidad, en un país que ha sido marcado profundamente por la ausencia del Estado, por la impunidad, y por la corrupción. Este será el gran cambio cultural que el país necesita y que será capital para reformar y reestructurar la vida en sociedad. El segundo pilar es el emprendimiento, que como dinámica es la que tiene mayor capacidad transformadora. Todo lo que se haga por sacar adelante el emprendimiento será muy benéfico para el crecimiento económico. Finalmente, el tercer pilar, es la equidad, la cual se convierte en el gran criterio para priorizar y dar acento en su ejecución.

Durante la semana pasada, el presidente Iván Duque anunció que dio instrucciones al equipo económico del Gobierno que trabaja en el PND para que “no se toquen” los subsidios destinados a los servicios públicos y de los que se benefician los ciudadanos más vulnerables. Igualmente, consideró que no era necesario modificar las cotizaciones ni la base gravable para los aportes de seguridad social de los trabajadores independientes, tal como lo contempla el artículo 40 del proyecto de PND. Sin duda, estas dos disposiciones estaban generando controversia. Pero dejan la sensación de improvisación.

Podemos destacar aspectos interesantes en el PND, por ejemplo, la flexibilidad que le da a algunas normatividades. Hay que resaltar también algunos ejes transversales que inciden en sectores específicos, como las personas en condición de discapacidad, las minorías, las mujeres, etc., que seguramente permitirán una focalización en esos grupos de interés. Adicionalmente, es de resaltar los aspectos territoriales, que en el fondo busca que el Plan contemple la perspectiva de la diversidad regional y la necesidad de cerrar brechas entre regiones. Preocupa lo invisible que resulta la inversión para la paz de manera explícita, Colombia está en una transición y debe asumirla con responsabilidad. El debate sobre centralizar todos los presupuestos tanto el de gastos como el de inversión en el Ministerio de Hacienda hay que darlo a fondo, es técnico y político el análisis que se debe hacer.

En cuanto a la inversión para el Valle, ya es conocido que la gobernadora Dilian Francisca Toro manifestó su descontento sobre el aporte que hay para el Valle de $49,2 billones, anualmente $12 billones, muy bajos si se considera el aporte que hace la Región a la Nación. “Es una cifra irrisoria la que nos están devolviendo”, afirmó. Tampoco se incluyeron proyectos como la terminación de la doble calzada a Buenaventura, la malla vial, la planta regasificadora en Buenaventura, ni el ferrocarril del pacífico. Así que, por ese lado, la región no sale beneficiada. ¿Qué dice la bancada del Valle?

Por último, hay que resaltar el horizonte que se le da al Plan: los Objetivos de Sostenibilidad 2030, que fueron el acuerdo de Naciones Unidas para darle foco al desarrollo sostenible en el mundo. Tener este telón de fondo global es un acierto, porque nos permitirá medirnos históricamente y compararnos con otras naciones. El Plan debe contar con un amplio y transparente debate. Esto permitirá incorporarle los ajustes necesarios para que sea mucho más pertinente.

* Rector Universidad Javeriana Cali

Sigue en Twitter @RectorJaveCali

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