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Diálogo que reconcilie y transforme

Esas conversaciones exigen que se hagan con paciencia y persistencia, en efecto, comprender cómo se reconstruyen las relaciones toma tiempo, no es un asunto instantáneo

30 de mayo de 2021 Por: Luis Felipe Gómez Restrepo

El mensaje de desbloquear los corazones fue un aporte muy importante de la nutrida y significativa Marcha del Silencio. Igualmente, la disposición de algunos empresarios de ir a dialogar con los jóvenes en los lugares de movilización, como lo hizo Joaquín Losada, presidente ejecutivo de Fanalca, con otros empresarios, es una muestra que podemos todos escucharnos y que todos podemos construir una mejor ciudad para todos.

Con el esfuerzo que viene acompañando Monseñor Monsalve, posicionando la defensa de la vida y la dignidad humana, y que venimos apoyando las universidades de la región y otros tantos, debemos hacer una generosa e inteligente articulación, de la mayor parte de los actores sociales existentes, para sacar adelante un gran plan maestro social para Cali, como fruto de unos diálogos con los jóvenes.

¿Cómo hacer el diálogo? ¿Cómo podrían ser las conversaciones? Inspirados en Jean Paul Lederach, un conocedor de los temas de paz y reconciliación, la posibilidad de las conversaciones que tiendan puentes de reconciliación, tienen que tener ciertas características. Por ello, desde la experiencia de lo acontecido en Cali, trataré de hacer una breve aproximación.

La primera es la honestidad. Hay que entablar una conversación con transparencia, con autenticidad, es decir, saber que se va a escuchar. Complementando esta perspectiva con la de Adam Kahane, añadiríamos que es estar dispuesto a verse transformado por lo que el otro dice. Aquí se requiere una actitud de flexibilidad cuando se va a la negociación. Esta honestidad, implica también que todos los actores sociales estemos allí presentes, dispuestos todos a conversar, lo que implica renunciar a la violencia como medio de expresión y solución de conflictos. Y finalmente, exige un muy serio y profundo compromiso con lo acordado. Las cosas tienen que cambiar.

En segundo lugar, el respeto como una oportunidad de verse a uno mismo, pero también al otro. Es decir, la posibilidad de una nueva conciencia de uno mismo y de los otros. Monseñor Monsalve, Arzobispo de Cali, señalaba recientemente que el punto que dinamizará la reconciliación es el reconocimiento del otro. Decía que era indispensable anticiparse con el reconocimiento de los derechos vitales de los otros, para poder sanar el resentimiento de muchos años de exclusión, y así propiciar el cambio interior hacia la reconciliación social. Francisco de Roux, S.J., bien lo expresó en Cali recientemente: lo de los jóvenes es un grito por su dignidad humana pisoteada históricamente. El respeto implica reconocer la dignidad del otro.

En tercer lugar, esas conversaciones exigen que se hagan con paciencia y persistencia, en efecto, comprender cómo se reconstruyen las relaciones toma tiempo, no es un asunto instantáneo, es un proceso que no se puede forzar, solo propiciar. Una de las mayores paciencias la estamos “sufriendo” en Cali, que es aclimatar las condiciones de posibilidad del diálogo para que sea provechoso y nos abra un camino real de reconciliación. Que la empatía nos ayude a dar pasos concretos en la dirección correcta.

La clave de este proceso es darle una interlocución seria, honesta y viable a las personas que se movilizan. Que permita construir unos nuevos consensos que devuelvan la dignidad a todos. Y que podamos construir esa Cali que todos queremos.

*Rector Universidad Javeriana Cali
Sigue en Twitter @RectorJaveCali

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