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¡Estamos listas!

Históricamente, tanto en política pública como en el ámbito corporativo, muchas decisiones se han diseñado o implementado con una participación insuficiente de mujeres.

30 de marzo de 2022 Por: Lina Sinisterra

En el mes de la mujer y primera jornada de elecciones es fundamental un ejercicio de reflexión para actuar en consecuencia y exigir acciones puntuales de los líderes que elegimos. Estas acciones comprenden por un lado impulsar la llegada de mujeres a los distintos espacios de toma de decisiones y exigirles a los hombres que tengan conciencia de los retos en materia de políticas públicas para cerrar brechas de género e inclusión.

Las elecciones no sólo serán para cargos de elección popular en los poderes Legislativo y Ejecutivo, sino que también inicia el período de asambleas empresariales y aparece un reto común: llevar mujeres, sus retos y su visión a todos los espacios donde se definen las acciones a tomar tanto en el sector público como en el privado.

En el fondo está la necesidad de que la visión femenina participe, con la perspectiva distintiva que la caracteriza, y que le permite re-enmarcar los paradigmas de las compañías y de las entidades públicas, para abordar las conversaciones y retos complejos, con el fin de llegar a respuestas de valor no sólo para las organizaciones sino para la sociedad de manera integral.

Estudios señalan que con una participación de al menos el 30% de mujeres en juntas directivas, las empresas alcanzan entre 8% y 13% de incremento en el rendimiento sobre los activos (ROA); con un 25% de mujeres en posiciones de liderazgo se genera en promedio un incremento del 4% sobre los retornos de los flujos de caja y del 8% de crecimiento en ventas. Estos resultados pueden hasta duplicarse si el balance es del 50% según: Adams y Ferreira (2009), PWC (2012) y Byron y Post (2016). Por lo tanto, no se trata únicamente de ser justos, sino de generar mayor valor y rentabilidad para las compañías, lo que se traduce en empresas más grandes, más oportunidades y más trabajo formal.

Por el lado de las políticas públicas nos encontramos que la participación de mujeres en su formulación y discusión está asociada con mayores niveles de desarrollo, equidad e inclusión porque las mujeres inciden en las reformas a leyes discriminatorias para diferentes poblaciones vulnerables, reduciendo la fragilidad del empleo y profundizando políticas de cuidado infantil como lo señala reporte de ‘La Mujer, La Empresa y El Derecho 2021’ del Banco Mundial.

Históricamente, tanto en política pública como en el ámbito corporativo, muchas decisiones se han diseñado o implementado con una participación insuficiente de mujeres. Es decir, aislando a más o menos la mitad de la población de sentirse reconocida y parte de las soluciones. Esto es evidente cuando vemos que sólo el 27% de las posiciones de liderazgo en las organizaciones están cubiertas por mujeres según el Global Gender Gap Report del Foro Económico Mundial en 2021 y que sólo el 18% de las posiciones en las Juntas Directivas están cubiertas por mujeres.

Para enfrentar retos ambientales, retos sociales, evitar guerras sin sentido, generar más valor y riqueza, necesitamos más mujeres participando de las decisiones. Si queremos responder a las penosas tasas de desempleo de mujeres (25% es la tasa de desempleo de mujeres jóvenes en Colombia según el Dane) y la brecha entre la tasa de desempleo de hombres y mujeres de 8,2 puntos porcentuales (Dane, 2022), ‘crecer la torta’ de la riqueza, cuidar y sanar este planeta para la humanidad, es momento de incluir las mujeres.

Estamos listas, estamos preparadas.