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Vacío de poder

La gente con rabia, frustración y cansancio las acepta, con tal de vislumbrar una anhelada estabilidad. Y termina escogiendo mal porque cae en la trampa del exceso de poder que viene a llenar el vacío de poder. Y es peor.

20 de mayo de 2021 Por: Liliane de Levy

Las sociedades aborrecen el vacío de poder que aparece cuando la calle no escucha a sus líderes y los considera incapaces de tomar decisiones de gobierno razonables. Entonces acude a líderes ocasionales que generalmente se destacan por su capacidad de convicción oratoria y ofrecen, a la loca, toda clase de ideas y soluciones esperanzadoras. A ratos las más absurdas, demagógicas o tendenciosas o de carácter abiertamente dictatorial.

La gente con rabia, frustración y cansancio las acepta, con tal de vislumbrar una anhelada estabilidad. Y termina escogiendo mal porque cae en la trampa del exceso de poder que viene a llenar el vacío de poder. Y es peor.

En Colombia se palpa una angustiante situación de incertidumbre y caos de un pueblo que quiere trabajar y vivir en paz. Y no solo aquí. En el vecino Perú, por ejemplo, el prolongado vacío de poder de los últimos años muestra a los peruanos decididos a elegir muy pronto a un candidato de extrema izquierda -Pedro Castillo- que no disimula su voluntad de convertir el Perú en otro Venezuela. Para contrarrestarlo y evitar el desastre tienen la única opción de votar por la candidata de derecha -Keiko Fujimori- a pesar de los cargos de corrupción en su contra que le representaron cárcel. En otras palabras deben escoger al candidato menos malo... muy triste.

En todo el mundo surgen situaciones parecidas de casos de vacíos de poder que causan desesperanzas y caos. El mismo que hoy en día amenaza con incendiar todo el Medio Oriente. Se trata de la guerra entre los palestinos de Hamás en Gaza que la semana pasada enviaron miles de cohetes sobre la población civil israelí e hizo que Israel respondiera con fuerza a la agresión con severos y repetidos bombardeos sobre los sitios de agresión en Gaza. Una situación supremamente peligrosa causada -según los analistas- por un evidente vacío de poder en el seno de las partes enfrentadas.

Por un lado está Israel que soporta un gobierno discutido y sin mayoría, a pesar de tres complicados y costosos intentos de elecciones fallidos y la posibilidad de recurrir a un cuarto sin seguridad de éxito. Los israelíes están en mora de revisar su sistema electoral. Los palestinos lo saben y por eso escogieron su momento para iniciar la guerra aunque ellos también siguen divididos en dos grupos muy antagónicos y pobremente liderados.

Los palestinos que se encuentran en la Franja Occidental bajo el gobierno de Mahmud Abbas, en el poder desde el año 2004 como patrón del partido Fatah y desde 2005 en calidad de presidente cuando sucedió a Yasser Arafat. En todo este tiempo no llamó a elecciones y solo lo hizo últimamente, por presión de la administración Joe Biden de los EE.UU. que se lo exigieron a cambio de reanudar la ayuda económica que Donald Trump le había suspendido. Pero Abbas también las canceló al darse cuenta que las perdería contra el grupo Hamás que domina Gaza.

En Gaza, Hamás está en el mando desde el año 2006 cuando su recién creado movimiento expulsó a los palestinos de Fatah (y Abbas) de su territorio. Y se volvió dictatorial y considerado terrorista en el exterior con una Carta Magna cuya prioridad y razón de ser es destruir al Estado de Israel y oponerse a toda negociación de paz con el enemigo israelí.
Para colmo de males la guerra que estalló entre israelíes y palestinos complica los esfuerzos de mediaciones diplomáticas que operaban en el pasado. Estados Unidos que siempre los asumió no parece interesado con un presidente (Joe Biden ) que busca la manera de afianzarse en su cargo bajo el fantasma de Donald Trump que sigue vigente. Y una Europa que no tiene mucha credibilidad en el Medio Oriente. Mediadores debilitados y también víctimas de un cierto vacío de poder, agravado por la cruel pandemia que no da tregua.