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Trump y Murphy

Una ley de Murphy dice que una situación por más mala que fuera, puede empeorar. Y el presidente norteamericano Donald Trump parece haberse dado a la tarea de probar su veracidad.

17 de octubre de 2019 Por: Liliane de Levy

Una ley de Murphy dice que una situación por más mala que fuera, puede empeorar. Y el presidente norteamericano Donald Trump parece haberse dado a la tarea de probar su veracidad cuando cada día nos bombardea con sorpresas que planea durante la noche y nos comunica por medio de tuits. Y siembra el caos.

La verdad es que yo no era una gran crítica de Trump . Al contrario me parecía que por no ser político podía aportar alguna frescura a la política de su país que tanto influye en nuestras vidas. Además su elección castigaba en cierta forma al Partido Demócrata estadounidense, que es de mi preferencia pero cuyos afiliados se habían dejado llevar por una corriente elitista que predica lo políticamente correcto sin aplicarlo, y con mucha arrogancia consideran que todos los que no piensan como ellos son una banda de ‘deplorables’. Y Trump llegó a la Casa Blanca con su machismo, su racismo, su ignorancia, su vulgaridad, su enorme ego y sus improvisaciones; defectos que pasamos por alto con la voluntad de darle la posibilidad a un no-político de ensayar una nueva manera de gobernar. Ahora comprendemos que la política es un arte muy complicado, y que solo los políticos la deben ejercer.

Un balance breve de la gestión de Trump muestra que pese a sus alarmantes tuits no ha cumplido nada bueno ni concreto. Algunos ejemplos:

Con Corea del Norte insultó y amenazó a gritos al dictador Kim Jong-un al exigir que revise su programa nuclear pero luego bajó el tono y se volvió amigable aunque en Pyongyang siguieron probando regularmente los misiles balísticos intercontinentales que aterrorizan al mundo. En Irán sucede algo parecido. Trump decretó sanciones extremas para que Teherán no siga alimentando guerras y terrorismo a su alrededor y renuncie a sus aspiraciones de tener la bomba. A pesar de las presiones los ayatollahs iraníes no ceden; siguen financiando Hezbollah en Líbano, los Hutis en Yemen, las milicias shiítas en Iraq, los combatientes pro Bashar el Asad en Siria y que Irán recluta en Pakistán y Afganistán.

Respecto a Afganistán a Trump le dio por negociar un acuerdo de paz con los talibanes sin incluir al gobierno afgano con el cual los talibanes no quieren hablar. Una iniciativa que según Trump permitiría a Estados Unidos retirarse militarmente del país afgano y clausurar dos décadas de una guerra costosa en vidas humanas y en dineros. Un propósito loable pero que no puede realizarse sin contar con los dirigentes afganos oficiales que el mismo Estados Unidos colocó en el poder. Sería traicionarlos.

Así como Trump acaba de traicionar a los kurdos sirios quienes con mucha valentía ayudaron a Estados Unidos a doblegar el Estado Islámico. Sin embargo después de dialogar con el dictador turco Recep Erdogan, el Presidente norteamericano anunció que retira sus tropas de Siria y por consiguiente el apoyo a sus aliados los kurdos. Una decisión interpretada como luz verde a la ofensiva turca contra los kurdos en pleno territorio sirio para luego imponer sanciones a Ankara, creando una confusión total sobre sus acciones e intenciones.

Con China Trump desató una ‘guerra comercial’ en aras de su política nacionalista de ‘beneficio unilateral’ y creó la zozobra en la economía mundial, consciente que si la globalización da marcha atrás, todos (incluso Estados Unidos) pierden en el proceso.

Lo anterior sin hablar de los escándalos que a diario involucran a Trump en el ámbito interno. El último revela maniobras con gobernantes extranjeros con el fin de enlodar a rivales políticos e influir en las elecciones norteamericanas. Delito grave que puede causar su destitución.