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Imposible no seguir pensando en Afganistán y en las ondas de shock que la catastrófica retirada norteamericana envía a todo el mundo

9 de septiembre de 2021 Por: Vicky Perea García

Imposible no seguir pensando en Afganistán y en las ondas de shock que la catastrófica retirada norteamericana envía a todo el mundo. Imposible no tratar de comprender algo de lo que pasó y de lo que puede pasar y nos involucra a todos. Sin duda alguna de ahora en adelante múltiples focos de terrorismo se revitalizaron con este acontecimiento. Lo que se percibe es confusión, rabia, temor y dolor. ¿Por qué pasó lo que pasó y no fue mejor planeado? ¿Quiénes son los responsables de tan peligrosa situación? Veamos.

Notorio subrayar que no fue la retirada de las tropas norteamericanas (y por consiguiente de Otan) de Afganistán el solo motivo de la debacle. Es una retirada anunciada y esperada desde hace tiempo por las administraciones norteamericanas, republicanas y demócratas, y ampliamente respaldada por la opinión. Ya desde el año 2009 el mismo Joe Biden la defendía ostentosamente. Lo que hoy en día provoca el lamentable desastre es la manera como se llevó a cabo. Así de repente y después de 20 años de presencia masiva sobre el terreno con miles de soldados sacrificados y billones de dólares invertidos en armamentos, Estados Unidos decidió partir, sin consultar la fecha de retirada con sus aliados en Otan que también se involucraron en Afganistán y pagaron caro su participación. Provocando un caos incontrolable, agravado por un atentado en el aeropuerto de Kabul, colmado de gente; murieron 170 personas entre las cuales 13 soldados norteamericanos cumpliendo con la operaciones de evacuación de refugiados.

El atentado vino a cubrir la derrota con un manto de humillación. ¿Quién está detrás? ¿Cómo pudo un terrorista suicida cargado con 12 kilos de explosivos penetrar en el recinto del aeropuerto sin llamar la atención y provocar tan horrible matanza? Los talibanes se lavan las manos pero una organización revolucionaria llamada ‘Khorasan’ se atribuyó la responsabilidad. Hay dudas al respecto. ‘Khorasan’ es en efecto un grupo violento que tomó fuerza y vino a reemplazar el papel de Al Qaeda en Afganistán debilitado desde que murió Osama Bin Laden.

Las dudas surgen porque los talibanes y los grupos yihadistas violentos como Estado Islámico, Daesh, Al Qaeda y otros siempre estuvieron ligados porque persiguen los mismos objetivos: expulsar de su territorio a los ‘infieles’, en versiones diferentes. Los Talibán dicen que su lucha es “local” y que son pragmáticos. Ahora hablan de gobiernos moderados y hasta “inclusivos” (nadie lo cree). Los demás grupos son al contrario abiertamente extremistas y su lucha, “mundial”. Ellos quieren convertir a todo el mundo al islamismo radical que predican.

Ante lo ocurrido Afganistán se convierte en seria advertencia terrorista, contribuyendo a la formación de una nueva y lúgubre guerra fría -en formación- que volvería a dividir al mundo en dos bandos antagónicos. De un lado estarían China, Rusia, Irán, Pakistán y el Afganistán de los talibanes, y del otro Estados Unidos, India, Japón, Corea del Sur, Taiwán y los países de Otan, todos ellos muy desconfiados frente al unilateralismo norteamericano demostrado en este penoso episodio afgano.

Finalmente Afganistán abre un nuevo frente de desesperados refugiados que piden ayuda. Difícil atenderlos en medio de la pandemia y la crisis económica. Los ricos se muestran reticentes a la hora de abrir sus puertas y más bien dispuestos a pagar generosamente para acomodarlos en países pobres cuyos gobiernos aceptan por necesidad. A sabiendas que su aceptación puede provocar situaciones aún más explosivas.