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Peor que Putin

¿Peor que este lúgubre personaje que bombardea blancos civiles, busca matar de hambre y frío a poblaciones enteras y amenaza al mundo con recurrir a armas a nucleares con tal de satisfacer sus ambiciones colonialistas?

17 de noviembre de 2022 Por: Liliane de Levy

¿Puede existir alguien peor que Vladimir Putin en el poder en Rusia? ¿Peor que este lúgubre personaje que bombardea blancos civiles, busca matar de hambre y frío a poblaciones enteras y amenaza al mundo con recurrir a armas a nucleares con tal de satisfacer sus ambiciones colonialistas? Parece que sí y como tal lo argumentan muy serios y responsables analistas que recomiendan negociar con Putin un cese de fuego en Ucrania y apaciguarlo en vez de derrocarlo y tener que enfrentar en Rusia a regímenes aún más despiadados.

Es según ellos una situación insólita, consecuencia de los fracasos del ejército ruso en Ucrania que hizo que Putin perdiera credibilidad y que sus aliados quieran distanciarse de él tanto para salvar su pellejo como para mostrar que disponen de métodos mejores para librar y ganar una guerra. Y es así que últimamente nombres como Evgeny Prigojine, Ramzan Kadyrov, Dimitri Utkin y otros, salen de la sombra a la luz para promocionarse como más agresivos y atroces y capaces de imponerse en Ucrania donde Putin fracasa. Casi todos son oligarcas (inmensamente ricos) y fundadores de la milicia paramilitar Wagner que fue creada en el 2014 para ayudar a los ‘pro rusos’ en el Dombass ucraniano, enviando ‘voluntarios’ y desde entonces ayuda -en forma clandestina y negándolo todo- a Putin en sus aventuras bélicas en Siria, Libia y África en general.

Se distinguen por su crueldad. Evgeny Prigojine es el más visible actualmente: en días pasados abrió una oficina importante para la milicia Wagner oficializando su existencia y trabajo sanguinario; aplaudió públicamente el asesinato brutal de un desertor Wagner, a mazazos; confesó al mundo la injerencia rusa en las elecciones presidenciales norteamericanas del 2016 por medio de noticias falsas que divulgaba una de sus compañías en las redes sociales para influenciar a los votantes; acusó al gobernador de San Petersburgo de “alta traición” por un pleito personal y le pidió imperativamente a Putin una “purga” de estilo estalinista en su administración. Reivindicando todo y admitiendo todo. Exhibiendo un gran poder y la voluntad de utilizarla políticamente.

Aunque, pese a su influencia sobre Putin y la política rusa en general, nunca fue considerado calificado para asumir una posición de prestigio. Su hoja de vida no lo ayuda, Prigojine nunca se afilió al partido comunista antes de la caída del muro ni ocupó cargos políticos. Es originario de Leningrado que se volvió San Petersburgo (como Putin) y en los años 80 fue condenado a 9 años de prisión por delitos comunes. Al salir de la cárcel se inició en el negocio de la restauración vendiendo perros calientes para escalar rápidamente y llegar a manejar un restaurante de gran lujo que Putin frecuentaba.

Así se conocieron Putin y Prigojine. Existe incluso una foto que se divulgó mostrando a Prigojine sirviendo un plato a Putin en su restaurante. Cuando Putin dejó su cargo de alcalde en San Petersburgo y se fue a Moscú, Prigojine se fue con él. Apodado ‘el cocinero de Putin’, ganó su confianza y se volvió su todero para los trabajos sucios necesarios. Siempre en la sombra. La situación de Ucrania lo cambió todo y el horrible Prigojine muestra ganas de demostrar que sus métodos pueden ser mejores que lo de su patrón. Y tiene oídos de un gran sector de intransigentes rusos para escucharlo.

Y volviendo a la idea de apaciguar a Putin, no la comparte todo el mundo. Francia y Turquía la consideran viable y le piden a China y la India intervenir para lograrlo. No así en el resto del mundo donde las mayorías, encabezadas por Estado Unidos y la administración Joe Biden, creen y lo manifiestan que Putin debe irse definitivamente de la política rusa. No importa lo que pasa después. Nunca será peor.