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Obama y su plan B

Quienes creyeron que Obama terminaría su administración con un pobre (o lamentable)...

19 de diciembre de 2014 Por: Liliane de Levy

Quienes creyeron que Obama terminaría su administración con un pobre (o lamentable) balance en su política internacional no contaron con su astucia. A pesar de haber perdido el apoyo de la Cámara y el Senado el Presidente norteamericano sacó su plan B y volvió a afianzarse en su cargo con decisiones agresivas y valientes que no se atrevía a formular en el pasado. En el ámbito interno se aferró a su programa de salud ‘Obamacare’ que benefició a millones de ciudadanos a pesar de adversidades en su aplicación. Luego promulgó la legalización de millones de inmigrantes ilegales y cuya situación se había vuelto insoportable tanto para Estados Unidos como para ellos mismos. Y ahora en el ámbito internacional nos viene con el anuncio de una reconciliación y reanudación de relaciones diplomáticas con Cuba, facilitadas con el pretexto de la liberación de prisioneros políticos de ambos bandos. Su primera fase consiste en medidas que Obama puede decidir por decreto como levantar el veto sobre los viajes a Cuba, el envío de dineros a la isla castrista, los intercambios bancarios, culturales... La segunda fase consiste en convencer al Congreso de votar el fin del embargo norteamericano a Cuba en vigencia desde 1962. Un embargo que tanto Obama como muchísima gente consideran obsoleto e ineficiente; un fracaso rotundo que causó sufrimientos para el pueblo cubano sin lograr desbancar a sus gobernantes y verdugos. Un cambio inmediato se impone para ensayar políticas diferentes que puedan favorecer al pueblo cubano y ayudarle a buscar salida a su terrible encerramiento.Obviamente múltiples factores llevaron a Obama a tomar la decisión de normalizar las relaciones con Cuba. En especial la mala situación económica de la isla ablandó a los hermanos Castro. Ellos, a lo largo de los tiempos perdieron a sus patrocinadores y no pueden sobrevivir por sus propios medios. Como se sabe la Cuba castrista perdió a la Unión Soviética que durante años impuso su voluntad en La Habana y creó la generación ‘Y’, amargada y ávida de libertad. Su retiro lo precipitó el fin de la Guerra Fría y la necesidad para las superpotencias de sostener zonas de influencias en el mundo. Y fue entonces cuando Los Castro encontraron un benefactor entusiasta en Venezuela -inundada de petróleo y dineros y cuyo líder máximo, Hugo Chávez, sonaba en convertirse en un Castro más, pero rico y poderoso y capaz de desafiar al Tío Sam que, según él, había humillado a su país y pueblo. Pero las circunstancias económicas interrumpieron el idilio y la dependencia cubana de Venezuela comenzó a alterarse. Con el empobrecimiento de ese país -debido a su pésima gestión- dicha dependencia se volvió imposible y agravada con la baja súbita del precio del petróleo que frenó sus generosos patrocinios tanto a Cuba como a otros países ‘progresistas’ del Continente. De modo que a Cuba no le quedaba mas solución que facilitar el acercamiento a Estados Unidos y que Obama también favorecía.Desde el lado norteamericano los factores que llevaron a la decisión de normalización con Cuba tienen que ver con la ideología misma de Obama, muy inclinado a la izquierda según los patrones de su país. La discreta presión del Papa Francisco también surtió efecto. Y el poderoso periódico New York Times que en editoriales muy elocuentes clamó por tal desenlace. Finalmente pesó en la balanza la necesidad del mismo Obama de aportar algún éxito a su muy criticada política internacional. La reanudación de relaciones con Cuba marca el fin de las más largas de las guerras frías del planeta. Es su “Hora de Berlín” como la calificó un diario inglés. Y será su legado.