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La cruzada de Joe Biden

Por otra parte Joe Biden quería expresar abiertamente sus reivindicaciones contra el presidente ruso en torno a problemas serios relacionados con ciberataques, interferencias electorales, derechos humanos, Ucrania, etc.

17 de junio de 2021 Por: Liliane de Levy

En la rueda de prensa con Vladimir Putin, después de su encuentro con Joe Biden en Ginebra, una periodista contó que su hija de 12 años preguntó por qué la reunión entre los dos importantes mandatarios resultó insignificante. Putin, siempre en control de sí mismo, le dio razón a la hija de la periodista para luego echarle la culpa de lo ocurrido a su interlocutor norteamericano. La prensa francesa subrayó el infantil ‘whataboutuismo’ del debate, porque los presidentes enfrentados se perdieron en reproches y contra reproches. Biden llamó a Putin violador de los derechos humanos y Putin le contestó que lo que llevó a Estados Unidos al ‘Black Lives Matter’ así como a la toma del Capitolio el pasado 6 de enero, atentó más que todo lo demás contra los derechos humanos. Cuando un periodista norteamericano calificó a los rusos de “impredecibles”, Putin le enumeró los actos impredecibles de quienes lo acusan. Este fue el tono tenso del debate y razón de su pobre resultado.

En realidad la gente se pregunta por qué Estados Unidos y Rusia aceptaron tal encuentro aunque la explicación es quizás sencilla. Los rusos con Putin a la cabeza no pierden una oportunidad para proyectarse ante el mundo como una superpotencia que toca tomar en serio y tratar de igual a igual con los Estados Unidos. La reunión se los proporcionó. Además venía acompañada de un regalo que no se podía despreciar: para conseguirla Biden levantó su veto al gasoducto que los rusos están a punto de terminar de construir con los alemanes y representa considerables beneficios económicos. La administración del expresidente Trump miraba el proyecto como un contrasentido de la misma razón de ser de Otan (Organización del Tratado del Atlántico Norte) que siempre fue la de neutralizar el poderío ruso y protegerse de sus embates.

Por otra parte Joe Biden quería expresar abiertamente sus reivindicaciones contra el presidente ruso en torno a problemas serios relacionados con ciberataques, interferencias electorales, derechos humanos, Ucrania, etc. Y también consciente de que Rusia se volvió una carta obligada en todas las crisis que azotan el planeta, especialmente en el Medio Oriente. Después de sacar a relucir sus odios mutuos (Biden había calificado a Putin de “matón” y este le había contestado “El que lo dice, es”), ahora moderaron su lenguaje y aceptaron reunirse para buscar algunas formas de cooperación. Y por eso la ‘cumbre’ histórica de tres días más mediatizada de los últimos tiempos se desarrolló en un ambiente cortés pero nada caluroso.

Ninguno de los dos protagonistas almorzó con el otro ni invitó al otro a visitar su país. Los dos mandatarios se esforzaron en corregir sus pasados insultos y acordaron el regreso de sus respectivos embajadores a las sedes diplomáticas. También acordaron prolongar por cinco años más el tratado de limitación de armas nucleares estratégicas. Y -sobre todo- ayudarse a frenar a China en su ascenso como supremacía. Para Biden, China es hoy en día su problema esencial, su obsesión. Toda su política exterior gira en torno al peligro chino y la voluntad de erradicarlo. Es lo que alegó durante la reunión de los G-7 (países más poderosos del mundo: Estados Unidos, Canadá, Japón, Alemania, Reino Unido, Francia, Italia). La tarea de enrolar a Putin en su cruzada será más difícil aunque se apuntó un tímido buen comienzo en Ginebra.

La verdad es que todo el mundo le pide cuentas a Xi-Jinping sobre la autonomía en Hong Kong, la estabilidad en el Mar de China, la amenaza sobre Taiwán, los ciberataques, su enorme presupuesto militar, la transparencia sobre el origen del Covid-19, el balance comercial, la propiedad intelectual, la suerte del opositor Alexei Navalni. La Otan perdió su razón de ser con el desmantelamiento de la URSS; ahora se quiere reinventar para luchar contra el peligro chino que amenaza a todos.