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En busca de salvación

Austria decidió aliviar el aislamiento al que el coronavirus somete a sus ciudadanos, Alemania hace lo mismo, Estados Unidos vislumbra una apertura gradual.

16 de abril de 2020 Por: Liliane de Levy

Austria decidió aliviar el aislamiento al que el coronavirus somete a sus ciudadanos, Alemania hace lo mismo, Estados Unidos vislumbra una apertura gradual para finales de este mes, Emmanuel Macron (medio) prometió a los franceses que después del próximo 11 de mayo, activaría gradualmente su economía, Colombia sugiere un confinamiento “inteligente”, Suecia y Singapur nunca creyeron en la bondad del aislamiento total en su guerra contra la pandemia y siguieron llevando una vida casi que normal. En definitiva en todo el mundo avanza la idea de que la política del confinamiento total de la población va creando problemas económicos y humanos mayores y no se puede sostener por tiempo indefinido. Y se preguntan qué hacer: seguir aplicándola hasta encontrar un tratamiento y una vacuna contra el asesino Covid-19 o buscar una salida que no castigue tanto al sector económico y se traduzca en absoluta miseria.

Una decisión muy dura que tendrán que asumir los gobernantes responsables. Donald Trump -especialista en afrontar los riesgos más agresivos- dice que sería la decisión más difícil de toda su vida. Sin embargo toca tomarla en cuenta y encontrar la manera menos costosa (en vidas y economía) para hacerlo. En Israel -país que según muchos estudios es de los que mejor han manejado la pandemia- se reunieron gobierno, expertos (Think Tank), profesionales, académicos y el Consejo de Seguridad Nacional para elaborar la estrategia a seguir en caso de un desconfinamiento forzado y someterla a la Knéset (Parlamento) para su aprobación. Estrategia que se dio a conocer y que al parecer inspira a un gran número de gobernantes del mundo afectados y proyectan aplicarla, con cambios más afines a sus necesidades. Importante descubrir su contenido que transmito en forma abreviada. Consiste en cuatro fases que se desarrollan con un intervalo de dos semanas, para así supervisar su aplicación y acomodo en la sociedad, van así:

Fase 1: favorecería los sectores de las finanzas y la tecnología así como las operaciones de import/export que cuentan con un gran número de empleados pero son de fácil control respecto a las nuevas leyes de distanciamiento y de protección. Los transportes públicos también entran a trabajar y parte del sistema educativo con los pequeños de los jardines infantiles, y los centros ‘especiales’, generalmente bien protegidos. También se incluye a todos los trabajadores públicos. Lo que llevaría a activar la fuerza laboral en un 50% y pondría el país a funcionar, a media marcha.

Fase 2: reabren los pequeños comercios mientras los grandes centros comerciales permanecen cerrados. Y los niños de primaria van al colegio.

Fase 3: reanudan los servicios de restaurantes, hoteles y cafeterías pero solo bajo una severa vigilancia en materia de distanciamiento e higiene. Sin embargo las grandes reuniones y los eventos festivos siguen prohibidos. Entretanto se recomienda que los estudiantes en secundaria y universitarios continúen estudiando ‘online’ hasta el final del año académico; saben hacerlo, además su trabajo no contribuye a la economía y lo pueden cumplir en casa.

Fase 4: la recreación, los entretenimientos, los eventos deportivos, la apertura de los grandes centros comerciales y los viajes quedan relegados a esta última etapa de la estrategia y su aplicación demanda que la pandemia esté “bajo control absoluto”. Los mayores de 60 años y los enfermos con riesgos no podrán reanudar sus actividades normales durante las cuatro fases enumeradas.

Se supone que -si todo va bien- la estrategia debe durar dos meses. El gran temor es que si al adoptarla, fracasa y la pandemia sigue haciendo estragos, le quedaría imposible al gobierno volver a someter a la gente a otro doloroso confinamiento. No lo soportaría.