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El apartheid de los ‘viejos’

El aislamiento y encerramiento impuestos por el asesino Covid-19 se alargan y se complican, en medio de la desesperada búsqueda de una salida de la pesadilla.

30 de abril de 2020 Por: Liliane de Levy

El aislamiento y encerramiento impuestos por el asesino Covid-19 se alargan y se complican, en medio de la desesperada búsqueda de una salida de la pesadilla. En esta terrible situación y como si fuera poca, para los viejos la agonía es doble. Para ellos -cuya edad fijan las autoridades a partir de los 60 años (!)- el confinamiento debe ser total y de duración indeterminada. De repente, se califica a toda una generación (o dos) de incómoda o inapta para asumir sus responsabilidades. Y, con el pretexto de protegerla, la tienen que separar del resto de la sociedad por medio de una segregación por edad, absurda, humillante, infantilizante además de inconstitucional.

En efecto, así como se aplica, el aislamiento total de los ‘viejos’ atenta contra la libertad de movimiento del ciudadano y rompe el principio de igualdad que rige todo sistema democrático. ¡Esto es apartheid! Y al fin y al cabo, ¿quiénes son estos ‘viejos’ merecedores de tal castigo por culpa de la pandemia? Veamos:

- Se trata de una gran parte de la sociedad muy consciente de los riesgos sanitarios que se viven y quizás la mejor preparada para evitarlos. Un viejo se cuida más que un joven; él hace lo posible para no ingresar a un hospital y acata más que nadie las recomendaciones a seguir contra el contagio. No es un niño; no es un inconsciente.

- ¿Quién es viejo? Teniendo en cuenta que en los últimos tiempos las esperanzas de vida de los habitantes del planeta se alargaron entre 20 y 25 años, hoy en día un ser humano de 60, 70 e incluso 80 años puede ser robusto, lúcido, activo y muy útil a la sociedad. Un septuagenario es a ratos más sano que un joven obeso de 40 años de edad. ¿Cuántos brillantísimos líderes políticos, empresariales, profesionales, financistas y otros nos dirigen, aunque de repente los cuentan entre los ‘viejos’ que se deben confinar y neutralizar?

Obviamente un viejo puede estar enfermo o delicado de salud, como todo el mundo; en este caso sería candidato legítimo para un aislamiento protector (sin duda él mismo lo buscaría) en medio de la pandemia.

- Se pretende proteger a los viejos aislándolos. Y uno se pregunta: cómo los protegen si los separan de los demás miembros de la sociedad, es decir de la vida misma, y para obligarlos a llevar una vida que se vacía poco a poco de su sustancia, sin interés, sin amor, sin alegrías, sin estímulos, sin amistad. Así no se protege a nadie. Así se mata en vida. De soledad, de tristeza e incluso de aburrimiento. Además para los ‘viejos’ el tiempo cuenta, es precioso, y castigarlos más que los demás al privarlos de sus actividades diarias como trabajo, paseos, encuentros familiares y todas las alegrías que para ellos quizá, nunca se recuperarán, resulta muy doloroso, injusto.

- Finalmente se sospechan mentiras e hipocresías en este argumento de tener que aislar a los ‘viejos’ para mejor protegerlos. Muchos ven en la medida una manera de sacrificarlos para lograr salvar a otros. Alegan que al aislar a los viejos los convierten en chivos expiatorios para liberar médicos, enfermeros, camas en los hospitales, y ahorrar equipos vitales, respiradores, tapabocas, guantes y otros equipos e insumos sanitarios que escasean ante la enorme demanda que exige la pandemia. Se sacrifica a los ‘viejos’ y les hacen pagar por la deficiencia del sistema y la mala preparación de los gobiernos en las emergencias.

Ante las justificadas quejas por en el trato de los ‘viejos’ muchos gobiernos revisan sus manejo de la situación. En Francia el presidente Emmanuel Macron anuló las medidas de protección especial a los viejos para confiar en “la responsabilidad individual de cada cual para aplicarlas”. Sabia decisión.