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¿Derrota en Afganistán?

La guerra contra los talibanes en Afganistán comenzó pocas semanas después del horrorífico atentado terrorista del 11 de septiembre del 2001 contra las Torres Gemelas en Nueva York y el Pentágono

22 de abril de 2021 Por: Liliane de Levy

Los Estados Unidos se retiran de Afganistán. Después de una guerra de 20 años costosa en vidas y dineros, los norteamericanos abandonan la zona sin reclamar victoria ni admitir derrota. Y sin condiciones.

En el mundo y dentro de los Estados Unidos las reacciones difieren: por un lado se percibe alivio y satisfacción ante la valentía de la decisión de parar una guerra que se eterniza y ya no tiene razón de ser. Por el otro están quienes la tildan de cobardía e irresponsabilidad y una prueba más del declive del liderazgo norteamericano. Para ellos es otra expresión de la política del ‘America First’ que Donald Trump había defendido y Joe Biden criticado con vehemencia pero que ahora hace suya y justifica, sin disimulo. Para mejor comprender, vamos por partes.

La guerra contra los talibanes en Afganistán comenzó pocas semanas después del horrorífico atentado terrorista del 11 de septiembre del 2001 contra las Torres Gemelas en Nueva York y el Pentágono. En represalia contra un país que había instalado a los integrantes de un nebuloso organismo islamista llamado Al Qaeda, responsable de la matanza. Durante 20 años y bajo la cuatro presidentes, Estados Unidos (con el respaldo y la colaboración masiva de Otan) encabezó la misión de expulsar a Al Qaeda del territorio afgano y desbancar al gobierno oscurantista de los talibanes en el poder entre 1996 y 2001.

Invirtió muchísimo en el intento. Se calcula que la presencia norteamericana en Afganistán llegó a tener cerca de 100 mil soldados sobre el terreno (se redujeron a 2500 actualmente), gastó mil billones de dólares y sacrificó a cerca de 3 mil vidas en una guerra de nunca acabar.
Y si bien logró eliminar a Osama Bin Laden -el jefe supremo de Al Qaeda- en espectacular operación e instalar en Kabul a un gobierno moderado, se enredó en el proceso y nunca logró el ambicioso propósito de debilitar a los talibanes corruptos y narcotraficantes y violentos y convertir Afganistán en el país estable, moderno y aliado que se proponían. Donald Trump también quiso retirarse de Afganistán y a su manera trató de hacerlo negociando un semejo de acuerdo con los talibanes que nunca respetaron. Joe Biden fue un gran escéptico al respecto. Y lo explicó al anunciar su decisión de retirar sus tropas diciendo más o menos en estos términos: nos atacaron y fuimos a la guerra para castigar a quienes nos hicieron daño y asegurarnos que no lo podrán volver a hacer. Un propósito claro y definido que conseguimos.
Volver Afganistán en democracia es una ilusión que nos ha costado mucho. ¡Ya basta!

Muy razonable pensamiento aunque quienes critican a Biden también adelantan argumentos válidos. Ellos ven la partida sin condiciones de los norteamericanos de Afganistán como una derrota evidente y más aún, una gran irresponsabilidad vis a vis de los afganos que los respaldaron (100 mil murieron en la guerra) y confiaron en su protección. Ahora temen que los talibanes vuelvan a tomar la capital Kabul y formar el gobierno fundamentalista y corrupto muy suyo que atenta contra todos los derechos del hombre y sobre todo de la mujer a quien tratan con suma dureza.

Todo lo ganado a punta de enormes sacrificios a lo largo de 20 años de guerra se perdería. La confianza en la palabra y el poder norteamericanos se destruye por completo. En momentos en que las rivalidades de liderazgo entre superpotencias en el mundo inspiran temores. El retiro de las tropas norteamericanas de Afganistán comenzará en pocos días, a principios del mes de mayo y se alargará hasta el simbólico 11 de septiembre. Entre tanto los talibanes levantan la cabeza, se muestran reforzados y ávidos de volver al mando de su país. Un verano caliente y violento se perfila en el horizonte e inquieta.