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Definitivamente, con primaveras así los egipcios no necesitan inviernos... A menos de...

7 de diciembre de 2012 Por: Liliane de Levy

Definitivamente, con primaveras así los egipcios no necesitan inviernos... A menos de dos años de los alentadores y gloriosos ‘18 días de febrero 2011’ cuando un pueblo con ansias de libertad logró derrocar al dictador Hosni Mubarak, Egipto no encuentra su camino y se debate en la anarquía total. En este país, la transición de la dictadura a la democracia no ha sido nada fácil y ahora se torna trágica...Después de un catastrófico gobierno militar, comandado por generales heredados del tiempo de Mubarak que resultó a incapaz de gobernar a un país de 85 millones de habitantes y con necesidades de todo, los egipcios organizaron elecciones que terminaron dándole la victoria a los islamistas, es decir, a grupos políticos mejor organizados, dominados por los Hermanos Musulmanes y también los salafistas (más radicales) cuyas aspiraciones teocráticas no corresponden a las democráticas que, en un inicio, inspiraron la revolución. Al llegar al poder, el nuevo presidente Muhamed Mursi -figura de los Hermanos Musulnames y primer presidente electo del país- olvidó sus compromisos con los jóvenes, los coptos y las mujeres y muy a la usanza de los Hermanos Musulmanes comenzó un proceso gradual de acaparación de poderes y de islamización del país que se fue acelerando en las últimas dos semanas para desembocar en enfrentamientos violentos entre pro y anti Mursi y ya registran cinco muertos y más de 500 heridos.La primera movida de este proceso fue la eliminación de la escena política egipcia de los más importantes jefes militares (se creían intocables) y colocar en sus puestos a una cúpula ‘amiga’. Allí nadie se molestó y se aplaudió la voluntad de distanciarse de un pasado corrupto que todo el mundo quiere olvidar. Luego tras mostrarse diplomático al convertirse en árbitro entre israelíes y palestinos y lograr un cese de hostilidades benéfico que le dio reconocimiento internacional, Mursi decidió, el 22 de noviembre, emitir un decreto adjudicándose poderes extraordinarios y una inmunidad que lo coloca por encima de cualquier estamento jurídico. Y, como si fuera poco, aplicó la misma inmunidad a la Comisión Islamista (desprovista de laicos, coptos y mujeres que se habían retirado al sentirse discriminados e impedidos en su trabajo), encargada de redactar la futura Constitución del país y fijó la fecha de un referendo, el 15 de diciembre próximo, para aprobarla. Demasiados desafíos en muy corto tiempo que los opositores a Mursi no podían digerir. Y fue cuando salieron a reclamar que el Presidente renuncie a sus poderes extraordinarios, se someta a las leyes de la Corte Suprema de Justicia y vuelva a convocar una comisión más equilibrada y representativa del pueblo egipcio para redactar la Carta Marga del país. La oposición considera que el borrador redactado viola Derechos Humanos y abona el camino para una aplicación estricta de la ley islámica o ‘Sharia’ que frenaría la marcha hacia el modernismo y el progreso. A la oposición se sumaron los medios de comunicación, los estudiantes, las mujeres, los coptos, los artistas y prominentes jueces e intelectuales. En momentos de escribir estas palabras oigo que Muhamed Mursi se dirigirá hoy jueves a los egipcios para hablar de la actual crisis. Y que la institución egipcia de la mezquita de El Azhar, la más alta autoridad del Islam Sunita, le ha solicitado al presidente atender los reclamos de la oposición y dar marcha atrás a sus exigencias totalitarias. ¿Acatará Mursi el llamado de sus ‘patrones’ espirituales? Quizás sí, por obediencia religiosa. O quizás no por ser conocido como un duro ‘halcón de la cofradía’ de los Hermanos Musulmanes, que nunca da su brazo a torcer...