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Cambio climático

Inmersos en querellas políticas, intereses económicos, odios partidistas, fanatismos religiosos, sexismos y otros distractores, nos olvidamos de lo esencial, es decir, del cambio climático.

26 de julio de 2018 Por: Liliane de Levy

Inmersos en querellas políticas, intereses económicos, odios partidistas, fanatismos religiosos, sexismos y otros distractores, nos olvidamos de lo esencial, es decir, del cambio climático. Aunque de él depende nuestra cotidianidad, la vida misma. Aunque nos abruma con advertencias y clama por nuestra urgente atención. Ciegos, sordos y totalmente irresponsables no nos hemos ocupado lo suficiente de la enorme amenaza representada por el cambio climático.

Sufrimos callados y (sin duda) muy confusos, sin detenernos a pensar en las desastrosas consecuencias que dicho fenómeno ocasiona. Aquí mismo en Cali pasamos por una inusitada ola de calor acompañada de aguaceros torrenciales y tormentas de una intensidad nunca vista en el pasado. Para no ir muy lejos, nos enteramos que hace pocos días, en República Dominicana, las playas amanecieron cubiertas de centenares de toneladas de basuras con gran contenido de plásticos capaces de bloquear ríos, afectar la calidad de la vida marítima, ahuyentar el turismo y arruinar el país.

En Europa, un país como Suecia, reconocido como el más frío del Continente, agoniza bajo una ola de calor con pico de polución con ozono que favorece el asma y agrava los problemas cardiovasculares y respiratorios, además de provocar devastadores incendios. En Estados Unidos, el estado de California sufre de lo mismo, mientras un tesoro ecológico como el Parque Yosemite se ve obligado a cerrar puertas y evacuar a turistas y empleados para luego apagar incendios, atender derrumbes masivos de monolitos de granitos y sanar la sequía de sus quebradas de agua.

Desde el comienzo de este mes de julio, Japón se encuentra sometido a una ola de calor sin precedentes que causó la muerte de decenas de personas y la hospitalización de más de quince mil. La situación es de tal gravedad que pone en peligro la organización de los Juegos Olímpicos en Tokio, programadas entre el 24 de julio y el 9 de agosto del 2020. Groenlandia lleva días bajo la amenaza de un mega iceberg que se derrite y está a punto de provocar un tsunami y arrasar pueblos a su alrededor. Los ejemplos abundan...

Los científicos y expertos observan la situación y suenan alarmados. En su gran mayoría responsabilizan al hombre del deterioro del planeta y en especial de la enorme acumulación de dióxido de carbono en la atmósfera que provoca el calentamiento, las temperaturas extremas, las prolongadas sequías, los incendios, los diluvios, la polución. Y por lo tanto obliga a un esfuerzo mayor de parte de la comunidad internacional con la prioridad de frenar la explotación de los combustibles de fósiles y las emisiones de CO2 en general.

Cobijados por el llamado Acuerdo de París (que entró en vigor en noviembre del 2016) y la participación de 195 países dispuestos a luchar contra el cambio climático, todo parecía bien encaminado hasta que llegó Donald Trump a la Casa Blanca y anunció su decisión de separarse del organismo (lo que hizo), sembrando el caos y el desespero entre sus miembros, dada la relevancia de Estados Unidos en las emisiones de gases contaminantes a nivel mundial.

Trump justifica su decisión con argumentos ideológicos y económicos. Por una parte dice no creer que el cambio climático fuera ocasionado por el hombre, y sus asesores sobre el asunto son, en gran mayoría, ‘negacionistas’. Por otra parte, el presidente norteamericano afirma que su retiro se hizo en defensa del empleo en Estados Unidos. Sin embargo, los analistas le atribuyen razones puramente políticas ya que el ‘Clean Power Plan’ -adoptado por el Acuerdo de París para reducir las emisiones del CO2 en un 30%- fue ideado e impulsado por la administración de Barack Obama. Lo que para Trump resulta inadmisible y debe ser vetado, ¡con o sin razón!