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Parqueaderos azules

Son muchas las batallas que, desde años atrás, se han librado alrededor...

18 de septiembre de 2015 Por: Laura Posada

Son muchas las batallas que, desde años atrás, se han librado alrededor del mundo para alcanzar la inclusión y la igualdad. Hemos visto las luchas para lograr la paridad entre negros y blancos, hombres y mujeres, pobres y ricos, heterosexuales y homosexuales, en fin, todas y cada una de ellas con la única causa de ganarse un lugar en la sociedad. Como debe ser. Punto. Es claro que para estos grupos ha representado una labor titánica, y no menos difícil, alcanzar el objetivo. Algunos lo han logrado, otros siguen en ello, pues saberse reconocer y exigirse como parte de una misma ley, cobijado por unos mismos derechos, con notoria perseverancia, permitirá que la brecha entre la utopía y la realidad sea cada vez más corta. Pero la lucha, su éxito, no se gesta ni se construye sólo desde los afectados. El resto de la población debe, al menos, permearse de lo que sucede con las personas a su alrededor, quienes de una u otra forma hacen parte de su misma comunidad. En Colombia no nos damos cuenta ni nos interesan, menos respetamos, las necesidades de los demás. Como burros que sólo siguen a la zanahoria que tienen en frente y sin desviar siquiera la mirada, nos encasillamos en eso que está bien para nosotros, lo demás qué, no importa, no vale, allá el otro.Quizás pocos se han preguntado por la batalla que libran los discapacitados en Cali. Una que claramente aún no ha ganado y mucho ha tenido que ver con la desidia del ciudadano, con su ignorancia e irrespeto. Esta parte de la población (según el Dane, en el Valle de cada 100 personas, 8 afrontan alguna limitación física o cognitiva permanente) debe sortear las dificultades que se presentan en una ciudad hecha en su mayoría para individuos “normales”. La movilización implica un esfuerzo arduo, si se tiene en cuenta que es poca la infraestructura que cuenta al pie de la letra con lo que exige la ley. Pero la apatía del Municipio no se ha notado menos. Es escasa, por no decir nula, la sensibilización y el control que se ejerce con el fin de proteger los derechos de los discapacitados.De verdad afecta, sin ser menos vergonzoso, que personas en perfectas condiciones usen, por ejemplo, los parqueaderos azules, conocidísimos desde hace muchos años, para uso exclusivo de los discapacitados. Y esto sí que lo vemos, recurrentemente, en las zonas públicas de la ciudad. No hemos entendido que estos espacios son una necesidad, no un privilegio. No pueden ser utilizados para nuestra comodidad o afán. Pregúntese, mejor -y piense dos veces-, si realmente quisiera ocupar ese lugar. Es necesario revertir esta situación, que no supone sino barreras que impiden que quienes se encuentran en situación de discapacidad participen y se desarrollen en igualdad de condiciones. El tema merece seriedad y respeto.***Paréntesis: No hay derecho que los operadores de teléfonos celulares, Claro puntualmente, pretendan resarcirse compensando dos, si acaso tres minutos al mes, cuando las llamadas que se caen suman cerca de media hora (contabilizado).