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¿Cuáles son las prioridades?

Siempre he creído que el mejor veedor de la Administración Municipal es...

19 de noviembre de 2010 Por: Laura Posada

Siempre he creído que el mejor veedor de la Administración Municipal es la ciudadanía. Todo lo que en nuestro entorno acontece nos afecta o nos beneficia. Y me refiero a lo que nos sobreviene como comunidad, como colectivo, ojo, pues el chisme y las zancadillas que se le hacen al otro, a veces tan preferentes en todas las esferas de esta sociedad, son otra cosa. Así que cuando se trata de lo fundamental, de temas que nos competen a todos, sí vale la pena sacar ese inspector que llevamos dentro y aprovecharlo como un mecanismo positivo en pro de unos intereses generales. Pero lejos estamos de lograrlo. Por eso, celebro la iniciativa emprendida por los miembros de la Asociación Juntos, liderada por su director general, Juan Fernando Reyes, de recorrer las principales vías de Cali y hacer un conteo de las vallas instaladas. La cifra es impactante: registraron más de 400. Hasta allí, todo aparentemente normal. Con este dato en mano y a través de una acción de tutela, teniendo en cuenta que la información oficial no se consiguió por derecho de petición, comprobaron que sólo 114 vallas son legales. Es decir, 300 no cuentan con la reglamentación ni los permisos de la Secretaría de Ordenamiento Urbanístico (distancias mínimas entre unas y otras, tamaños máximos, invasión del espacio público, saturación del paisaje urbano, entre otras). En una de las respuestas administrativas se lee que dicha información no puede otorgarse “debiendo con ello esta oficina prácticamente suspender nuestra actividad para resolver su petición (…)”. ¡Vaya contestación! Cabe anotar, que una de las empresas que más publicidad tiene contratada en la ciudad es la Industria de Licores de Valle.O el Municipio se ha hecho el de la vista gorda o ha desgastado sus energías en debates que competen temas más cortoplacistas que de fondo. Que el alumbrado de la Calle 25, que la redención del América de Cali, que la remodelación de un estadio que menos costoso hubiera sido dinamitarlo, que las próximas elecciones. ¿Cuáles son las prioridades?Lo que la Asociación pretende, con razón, es que la Alcaldía informe si ha cobrado el impuesto a todas las vallas instaladas, ordene el retiro de todas las piezas ilegales que inundan la ciudad y se impongan las multas correspondientes (que a octubre arrojan un rubro de $15.450.000.000). Ojalá esa platica no se haya perdido. ¿Se imagina todo lo que se podría hacer con lo que dejamos de recibir? Podría destinarse, por ejemplo, a las Megaobras, al mejoramiento del medio ambiente, a la seguridad ciudadana, a la recuperación de los espacios sumidos en el abandono, al reverdecimiento de parques, a campañas cívicas. La lista sería interminable. Lo que sí es claro es que no podemos permitir que la corrupción y lo transitorio nos carcoman. Tal vez el Gobierno Municipal tenga esta tarea por ahí anotada en un papel suelto, a la espera de programarla en su agenda. Más adelante será quizás una prioridad. Pero lo que no ha dimensionado es que, como lo expresó el escritor estadounidense William Faulkner en su obra ‘Intruder in the dust’, “mañana comenzó hace diez mil años”.***Paréntesis: Me uno a la crítica de Aura Lucía Mera en su columna de esta semana sobre el absurdo separador de la Vía Panamericana y su falta de retornos. A ello, le sumo el riesgo al que esa arteria ininterrumpida de cemento y la escasez de puentes peatonales exponen a diario a ciclistas y transeúntes, quienes esquivan cualquier cantidad de carros para lograr saltarlo, cargados hasta el tuétano, y llegar al otro lado. ¿Cómo es posible una ‘Conciencia Vial’, que tanto nos exigen, cuando resulta casi humanamente imposible, por cuestiones técnicas, aplicarla?