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Eduardo José Victoria Ruiz

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Las lecciones de Jeison y de su madre

Al final, María Emilia se siente bendecida por tener su familia tal como la tiene y a Jeison como un referente de muchas cualidades. Sin duda, lo reitero, es un ser superior.

19 de noviembre de 2023 Por: Eduardo José Victoria Ruiz

En medio de tanta incertidumbre y preocupaciones, es imperativo participar y apoyar todas aquellas actividades que contribuyan a destacar lo positivo, a resaltar los logros de los luchadores y a fomentar el optimismo, pues si nos quedamos en los temores y en las críticas nos enterraremos. En esa onda positiva, difícil una mejor oportunidad que la inauguración este viernes de la universidad para personas en situación de discapacidad, lograda por Jeison Aristizábal. Recorrer esa sede en el barrio Ricardo Balcázar, fue de lo más gratificante. Salones con computadores manejados por personas a quienes muchos no apostaron que podrían salir de sus casas, salas de confección, artes manuales, música, enseñanza para trabajar en áreas administrativas o logísticas y bilingüismo. Todo enfocado a demostrar que la discapacidad no es una limitante para la inclusión laboral y social. Somos la sociedad quienes muchas veces ponemos las barreras, pues la discapacidad está en nuestra manera de mirar a los demás por determinadas características. Si usted apreciado lector, requiere revisar el tamaño de sus problemas y comprender que detrás de la adversidad hay un cúmulo de oportunidades, comparta con Jeison. Si desea tener una visión más completa de su vida, lucha y logros, por favor lea el libre “Jeison, vida sin barreras”, escrito por María Emilia Aristizábal Montoya, su madre.

De la lectura, ratifiqué por qué varios de los oradores en la inauguración de la universidad homenajearon a María Emilia. La narración es muy emotiva, pues inicia con su separación matrimonial y allí se entera de que no solo tiene dos hijos y una difícil situación económica, sino que viene el tercero: Jeison. Describe su angustia y las condiciones del parto en casa, que derivó en un Imoc (insuficiencia motora de origen cerebral) que hizo que el movimiento corporal y la expresión verbal del niño fueran difíciles y atípicas, pero no así un inconveniente insuperable para incorporarse a la vida familiar y social. María Emilia cuenta cada una de sus dudas, la manera como retaba a Jeison a superarse y el acompañamiento que le dio en la medida que este fue mostrando un espíritu solidario, con propósitos a realizar que el mismo acometía en medio de la incredulidad de muchos. Finalmente, en la medida que Jeison progresaba, luchaba para que también lo hicieran los niños que tenían condiciones similares de discapacidad. Demostró que él no solo era un gran ejemplo de superación, sino que éramos inferiores a él, pues no teníamos la capacidad de ejecución de proyectos solidarios, como Jeison ha ido demostrando a lo largo de su vida.

El libro, que es la vida misma de Jeison, está bordado por la gratitud, la fe en Dios, las habilidades para resolver problemas en medio de la cordialidad e incluso del humor; objetivos claros dirigidos al servicio a los demás. No hay reproches ni imposibles. Solo metas y precisiones sobre lo que se debe hacer para cumplirlas.

Es genial el recuento de los avances y los reconocimientos que han servido, no para enaltecer a Jeison, sino a fortalecer sus proyectos, hasta llegar a ser el Héroe CNN en 2016. Ese capítulo de la llegada a New York, por la autenticidad, es de risa y lágrimas. El libro es un manual de crianza, no solo para los hijos en situación de discapacidad, es para todos. Al final, María Emilia se siente bendecida por tener su familia tal como la tiene y a Jeison como un referente de muchas cualidades. Sin duda, lo reitero, es un ser superior.

“Valorar hasta lo más pequeño de la vida”, “persistir tras los sueños”, “es más feliz quien da, que quien recibe”. Gracias Jeison por todo lo que aportas a nuestras vidas y a la sociedad. Gracias María Emilia por tus lecciones de madre ejemplar.

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