El pais
SUSCRÍBETE
Daniel Molina
Daniel Molina | Foto: El País

Columnistas

La Casa de los Famosos

Mi reflexión va orientada hacia esa manada de gente que se indigna por el programa, pero que no se ha dado cuenta de que las situaciones que pasan en La Casa de los Famosos son idénticas a las que suelen ocurrir en nuestras vidas...

9 de mayo de 2024 Por: Daniel Molina Durango

La Casa de los Famosos, el reality que se transmite en vivo todos los días por RCN, viene generando todo tipo de reacciones: por un lado, están quienes cada día ven el programa y hablan sobre cada detalle o polémica que sucede con su famoso favorito, mientras que en la otra esquina se encuentran quienes se rasgan las vestiduras solo con el hecho de pensar que puede haber alguien que en sano juicio vea un programa tan banal y hasta vulgar. “¡Por eso esta sociedad está como está!”, aseguran con un tono de superioridad moral.

Sobre el primer grupo de personas no voy a opinar nada, por la sencilla razón de que cada quien es libre de leer, escuchar o ver lo que se le venga en gana en sus ratos de ocio, y nadie debería juzgarlo por eso.

Mi reflexión va orientada hacia esa manada de gente que se indigna por el programa, pero que no se ha dado cuenta de que las situaciones que pasan en La Casa de los Famosos son idénticas a las que suelen ocurrir en nuestras vidas, solo que sin un público masivo.

Solo bastaría con jugar un día a poner unos cuantos micrófonos o cámaras en los hogares familiares, colegios, universidades u oficinas para darnos cuenta de lo chismosos que solemos ser, de lo mal que podemos llegar a hablar de alguien a sus espaldas o, peor aún, del bullying que le hemos hecho a personas que piensan, actúan y se visten diferente a nosotros. Y esto es algo que todos hemos hecho en la vida, así lo neguemos con biblia en mano. Como quien dice, quien esté libre de culpa, que tire la primera piedra.

Para nadie es un secreto que en cualquier habitación de una casa o en algún pasillo de oficina se pueden cocer los más infundados bochinches y las más increíbles de las conspiraciones. Y la vida de una persona, incluso, puede estar reposando sobre las lenguas más venenosas de este mundo. ¿Qué sentido tiene indignarse, entonces, si somos iguales a esos llamados ‘famosos’ que detrás de una pantalla nos muestran el reflejo de la sociedad en la que nos desenvolvemos?

En mi caso, decidí hacer a un lado La Casa de los Famosos, sencillamente porque su formato me aburrió y empezó a parecerme predecible, pero leo o escucho, eso sí, todas las polémicas que se generan día a día, así sea para reírme un rato.

En fin, si alguien llega a su casa cansado luego de trabajar y pone La Casa para apagar el cerebro un rato y relajarse, está perfecto. Y si de pronto usted hace parte de los que se indignan por tal aberración, pregúntese si alguna vez su vida no le pareció como sacada de un reallity.

AHORA EN Columnistas

Columnistas

Oasis