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Santos y herejes en t = 0

¿Cómo empezó todo? Hay dos respuestas: el Big Bang y la Creación....

19 de marzo de 2015 Por: Julio César Londoño

¿Cómo empezó todo? Hay dos respuestas: el Big Bang y la Creación. Como nadie ignora, el Big Bang ocurrió hace 13.500 millones de años. Lo recuerdo perfectamente. Hay un eco de esa magnífica explosión, la radiación cósmica de fondo, una reliquia de t = 0. Puede ser captada y visualizada con un osciloscopio sensible, y traducida en ondas sonoras con un software de 50 dólares. Es un sonido sobrecogedor, algo como fonemas de bestia sagrada, como el canto de amor de una ballena antediluviana llegando a nosotros desde las profundidades del mito.En ese instante, t = 0, brotan de la nada, literalmente hablando, el espacio, el tiempo y el plasma original, una energía que se organizará primero en paquetes mínimos e ingrávidos. Una milbillonésima de segundo después, irrumpe en el escenario el bosón de Higgs, una partícula capaz de condensar la energía en paquetes, de conferirles masa, trazar en una fracción de instante las leyes de la materia y desaparecer para siempre (el geniecillo anduvo escondido hasta ayer, cuando fue atrapado en un enorme, circular y complejísimo laboratorio excavado en el subsuelo de la frontera franco-suiza). En los tres minutos siguientes estos corpúsculos configuran su carácter: masa, carga, espín. Todavía no hay átomos, ni siquiera el simplísimo hidrógeno, pero ya todo está definido. Este es el periodo más estudiado por la ciencia. Ningún siglo, ningún milenio, ninguna era ha sido tan minuciosamente escaneada como los primeros tres minutos del Universo. Y ningún periodo es más misterioso. Ninguno más metafísico, en el sospechoso sentido de la palabra (“esas perplejidades que no sin vanidad llamamos metafísica”, como decía un irónico poeta del Sur).Con el tiempo, estas “partículas”, estas sombras del número, estas entidades apenas matemáticas, serán piedras, lunas, planetas, estrellas, nebulosas, “murallas”… y luego estas piedras serán flores, pájaros y muchachas.Todo esto es asquerosamente religioso, dirá un científico. Tiene razón, mi querido señor, pero es lo que hay.La otra teoría, la Creación, no es menos… fantástica, digamos. Dios estuvo completamente inactivo infinitos siglos (t<0) hasta el día que dijo: “Sea la luz”. Y fue la luz. Y de la luz, o de su manga inconsutil, salieron piedras, planetas y estrellas, flores, pájaros y muchachas. Sobra decir que es una teoría nada económica porque explica el misterio, el Universo, postulando un metamisterio, Dios, un sapo difícil de tragar para los que no hemos recibido la gracia de la fe, es decir, la voluntad de creer en lo que uno no cree. La creación es un Big Bang al cuadrado. O la cuadratura de un una balón inflado con éter y sellado con flogisto. Es oportuno recordar que la expresión Big Bang fue acuñada por un astrónomo y sacerdote en los años 20 para burlarse de la teoría de los astrónomos descreídos, de “la gran explosión”, dijo, usando la onomatopeya de las historietas de pistoleros, y el nombre pegó. Muchos siglos antes de los astrofísicos ateos, ya un hombre había hablado de t = 0. “El universo no fue creado en el tiempo sino con el tiempo”, escribió en del libre albedrío San Agustín, la primera inteligencia de la cristiandad, en el Siglo IV antes de Cristo.Un sacerdote bautiza una teoría herética. Un santo se anticipa dieciséis siglos a los herejes. Los caminos de Dios son inescrutables.